sábado, 23 de julio de 2011

Reloj de péndulo


Las vacaciones se van quedando atrás. Estos acontecimientos de cadencia anual te dejan siempre un rastro de melancolía, son las campanadas del reloj de tu tiempo de vida. Siendo tú el abuelo, las vacaciones familiares te hacen ver que eres ya el primero de la fila, pero a la vez te permiten disfrutar de los últimos, tus nietos. Los ves jugando y llegas a pensar que la niñez es el estado perfecto, la culminación de un ser humano en belleza, alegría y arrojo. Llegas a sospechar que vivir es recorrer una cuesta abajo y nacer es empezar a morir. Pero te das cuenta enseguida de que te estás poniendo trágico, esa tendencia tan tuya que forma parte de lo grotesco de tu persona. Porque nacer es empezar a vivir y vivir es renacer continuamente, en una secuencia que se repite como el estribillo de una canción. Ni lo malo ni lo bueno que te va llegando en la vida te lo mereces casi nunca del todo. Pero por suerte para ti, los malos momentos se te olvidan pronto, mientras que los afectos, los buenos sueños y las alegrías se te van convirtiendo, a medida que pasan, en memoria imborrable.

3 comentarios:

miro dijo...

Olo, son sabias tus palabras, pero me provocan mucha melancolía, a mi también me pasa, dado lo efímero que puede ser la vida, no lo digo por un deseo egoísta de vivir por vivir, en mi caso lo que me aterra es la posibilidad de dejar de compartir con mis hijos, y los míos, y alcanzar de disfrutar de las cosas simples de la vida, que no son tan simples, son maravillosas, como lo escribiste en esa entrada del micro y macrocosmos.
saludos y no te deprimas, te queda mucho por compartir.

olo dijo...

Mi temperamento es antidepresivo, eso creo que lo heredé de mi madre. Ella tiene 96 años y dice que lo que más cuida es su sentido del humor. Que no consiste en ser chistoso o reírse de todo, sino en verte a tí mismo con un poco de ironía, no tomándote tus miedos demasiado en serio.

carnet de manipulador de alimentos dijo...

estoy completamente de acuerdo, hay que intentar mirarse siempre un poco desde fuera, para desendiosarnos :)