En este mundo loco, de medios de comunicación que no son muchas veces sino simples cajas de resonancia de los aullidos de las calles, el caso Strauss-Kahn (en adelante, SK) parece haber dado un giro copernicano, al poner el fiscal de Nueva York, Cyrus Vance Jr., en entredicho la credibilidad de Nafisatu Diallo, la víctima del presunto delito de violación cometido por SK.
Lo que el fiscal ha dicho de Nafisatu es que:
1).- Mintió en su día al Dpto de Inmigración sobre asuntos relacionados con su vida en Guinea, antes de emigrar a los EEUU.
2).- Al día siguiente de la violación, habló por teléfono con su novio (preso en la cárcel por tráfico de marihuana), para decirle que no se preocupara, que ella sabía lo que estaba haciendo.
3).- Inmediatamente después de la supuesta violación y tras salir de la habitación de SK, no se quedó en el pasillo sin saber qué hacer, como había dicho a la policía, sino que inició la limpieza de otra habitación.
Según el fiscal, todo esto pone en duda la credibilidad de Nafisatu.
Si aplico una lógica que vaya más allá de lo puramente reactivo a estas declaraciones del fiscal, no las entiendo. Porque, ¿tienen algo que ver estos supuestos embustes de Nafisatu con lo que se está juzgando? Evidentemente que no. Y está claro que si finalmente la Justicia condena a SK como culpable de la violación, no lo va a hacer porque Nafisatu lo diga, sino en base a pruebas objetivas, de naturaleza principalmente médica: si hubo penetración (restos de esperma en zonas internas de la presunta víctima), si ésta fue no consentida (señales físicas de violencia en su cuerpo) y si hay indicios objetivos de que Nafisatu no miente (detector de mentiras, careos con SK u otros indicios).
SK es, queriéndolo o no, muy poderoso. No solo en sí mismo, sino por lo que representa, por los intereses que están tras él. Nafisatu Diallo es una pobre mujer africana. También puede haber otros intereses, poderosos y oscuros, que quieran la condena de SK. Este es el escenario: por un lado, fuerzas poderosas y oscuras, enfrentadas unas a otras en defensa de sus propios intereses; por el otro, dos personas, un presunto agresor y una presunta víctima; finalmente, un juicio y un veredicto.
SK tiene a su disposición los abogados más hábiles. Pero estos no pueden nada contra las pruebas objetivas. Se tienen que concentrar, así lo han anunciado, en desacreditar a Nafisatu Diallo y convertir la violación en un abuso consentido. La estarán investigando con los mejores detectives, ni una brizna de su biografía va a quedar fuera de esta linterna implacable, cualquier error que haya cometido a lo largo de su vida saldrá a relucir en el juicio, no solo para desacreditarla ante el jurado, sino para romperla psicológicamente. Lo hemos visto muchas veces en las películas, pero es porque el sistema judicial americano, con sus grandezas y sus miserias, funciona así.
El fiscal de Nueva York tiene la obligación de proteger la integridad de Nafisatu, de modo que llegue al juicio entera, no solo en lo físico, sino también psicológica y moralmente. Para ello, desde el día siguiente a la detención de SK, la ha mantenido aislada y sometida a un sistema de protección de testigos.
Todo lo que acabo de escribir son constataciones difíciles de desmontar por alguien que quiera discutírmelas. Ahora viene mi hipótesis: quizá el fiscal de Nueva York ha hecho sus declaraciones para debilitar a los abogados defensores de SK, haciendo públicos antes del juicio hechos que, aún sin ser verdaderamente relevantes, podría utilizar la defensa de SK, en su momento, para confundir al jurado o quebrar psicológicamente a Nafisatu.
Si es así, y yo querría con toda mi alma que fuera así, Cyrus Vance, el fiscal, es un hombre hábil, que se arriesga y merece admiración.
Si esta hipotética finta del fiscal es efectiva, la defensa de SK puede sentirse debilitada y quizá intentar jugar otra baza importante: comprar de alguna manera la voluntad de Nafisatu, inducirla a que llegue a un arreglo económico con SK. Para ello tendría que romper el aislamiento a que la tiene sometida el fiscal (cuyo grado desconozco) y bordear lo ilegal. No creo que lo haga, pero otras fuerzas oscuras sí podrían atreverse.
Lo que está en juego no es solo que se haga justicia respecto a una presunta violación de una mujer pobre por un hombre poderoso, que ya es importante, sino el inacabable conflicto entre la inocencia y la prepotencia, entre el individuo humano y los intereses suprahumanos.
Veremos qué pasa.
2 comentarios:
Aparentemente se menciona que la mujer tendría una cuenta con 100 mil dolares, que es un antecedente que no mencionas, a proposito de esto, recordaras que te hice un comentario, en que esta historia podría tener varias lecturas.
saludos Olo
En efecto, también se menciona eso, pero es tan irrelevante frente al caso de violación como que Nafisatu tuviera un amante bígamo en las orillas del lago Titicaca. Parece que esa cuenta corriente, puesta a su nombre, la manejaban en realidad su novio y los amigos de éste.
Lo cierto es que Nafisatu Diallo levaba tres años trabajando dignamente como mucama en un hotel y viviendo pobremente en el Bronx, el más pobre de los barrios de Nueva York, con su hija.
Que una mujer africana pobre, sola en Nueva York, tenga un novio al que de alguna manera vea como su protector, cuya vida sea más bien golfa, es corriente en personas situadas en las circunstancias de Nafisatu. Y no añade ni quita nada al asunto de la violación, que es el que se juzga. Sería terrible que condenaran a Nafisatu por tener un novio en la cárcel que traficaba con marihuana y usaba la cuenta corriente de ella para sus propios manejos.
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