viernes, 14 de junio de 2013

Distraer al Trauco

La señora Marta me contó ayer una receta de sus abuelos para distraer al Trauco, haciéndole perder un tiempo que podría haber empleado en maldades: a la hora de acostarse, dejar en la puerta de la ruka o cabaña un  montón de arena.

La lógica que apoya este remedio es contundente. El Trauco es una criatura de los bosques, donde no hay arena, mucho menos en montones. La arena se acumula en las grandes playas abiertas, que el Trauco no visita nunca. Por otra parte, el Trauco sale del bosque a curiosear en las cabañas y pampas que habitan los humanos de noche, cuando estos duermen. Entonces puede acercarse más de la cuenta a una cabaña y sentirse travieso, de modo que con la sola potencia de su mente y a través de las paredes pueda inducir algún mal en los que en ese momento están sumidos en el sueño.

Pero el Trauco es también una criatura curiosa, que aburrida de las soledades boscosas en que vive, busca en el territorio de los humanos cosas nuevas, divertidas, que llaman su atención. Cuando se acerca a la ruka curioseando, se sorprende al encontrar ese montón de arena que nunca antes había visto. Entonces se sienta en el suelo y se pone a examinar y contar, uno a uno, los miles, decenas de miles, centenas de miles de granos que ese montón de arena tiene.

¿Y qué sucede? Que le sorprende el clarear del nuevo día contando todavía granos de arena, con lo que tiene que retirarse al bosque sin haber tenido ocasión de pensar males para los habitantes de la ruka así protegida.

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¿A que es una historia preciosa? Un niño al que sus abuelos le cuenten esto verá la arena con ojos bien distintos a los de otro educado tecnológicamente. Verá el poder que puede tener la arena, ese poder que puede esconderse en cualquier cosa y que convierte el caminar por la vida en una aventura llena de sorpresas. No es un poder mágico, sino una capacidad de seducirnos para cambiar nuestras voluntades. Verá, en definitiva, lo maravilloso que puede ser el mundo. Lo seguirá viendo así, subliminalmente, durante toda su vida.


Mýthos frente a lógos, junto a lógos

Granos de arena

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