Recojo hoy algunas cosas acerca del Trauco que me ha confiado una amiga mía.
El nombre que mucha gente del campo le ha dado al Trauco, al menos en este rincón noroccidental de Chiloé, es el de ROENDE, que curiosamente tiene un parentesco sonoro con el de duende.
En contraposición a eso que dicen de que el Trauco acababa con la virginidad de las mozas que se perdían en el bosque, y que su figura tendría una justificación utilitaria, la de maquillar incestos y violaciones, el Roende del que me habla mi amiga es asexuado, o más bien es un genio de los bosques, una criatura netamente espiritual. Como los djins o genios de los montañeses del norte de Africa, no es malo, pero tampoco bueno, tiene mucho carácter y un exceso de energía. Si lo contradices, y las únicas formas de contradecir a un Roende son cruzarte en su camino o perseguirlo, puede irritarse hasta extremos que le hagan liberar toda su energía negativa, resultando entonces muy peligroso. Los abuelos de mi amiga le decían que el Roende podía lanzarte “siete males”; supongo yo que este número siete tenía el significado simbólico de totalidad, es decir, todos los males. Porque ella no recuerda cuáles eran los siete, pero sí que el Roende, con su sola mirada colérica, podía dejarte ciego, o postrado en la cama por mucho tiempo.
Le contaron también sus abuelos que unos hombres de aquí iban con frecuencia a trabajar en los bosques espesísimos que hay entre Duhatao y Chepu, y llevaban siempre con ellos perros. Un día estos perros se pusieron a perseguir algo en el bosque, con mucha algarabía. Los hombres los siguieron, y finalmente los encontraron mordiendo el tronco de un árbol, y los trozos de madera que le arrancaban sangraban, como si fueran trozos de carne. La explicación que ellos fraguaron era que los perros habían perseguido a un Roende que se había convertido en un árbol para librarse de ellos, o sea, que el Roende tenía la capacidad de transmutarse.
Hay procedimientos para que un humano pueda protegerse de las iras del Roende. Mi amiga me ha mencionado dos, que ella llama CONTRAS, quizá por lo de “contra los males del Roende”.
Una contra muy eficaz se extrae de los sargazos, esas macroalgas frecuentes en muchos mares, también en las costas de Chile, y que los temporales arrojan a las playas. Los tallos de los sargazos chilenos tienen muchas vesículas, pequeñas esferas llenas de aire que sirven como flotadores para que el cuerpo de alga se mantenga sobre la superficie del mar. Pues bien, estas vesículas se recogen, se dejan secar y se les hace con una navaja una pequeña incisión. Al soplar por ella se emite un sonido, una especie de silbido, que espanta al Roende. Mi amiga guarda en su casa algunos de estos pitos, que recogió de sus padres.
Otra contra eficaz contra el Roende son los ajos, esos enormes dientes de ajo chilotes. El Roende odia el olor del ajo, huye de él. Por eso, cuando uno tiene que internarse en el bosque, siempre debe llevar un ajo en el bolsillo. Mi amiga lo hace.
El Roende hace su guarida en los sitios más inaccesibles de los bosques. Aunque no es humano tiene también sus debilidades, y una de ellas es el fruto de la Luma, un árbol de los bosques de Chiloé. Es una baya comestible de color negro, que madura en febrero.marzo. Mi amiga le da el nombre de Caucheo (en la Botánica de la Cotidianeidad de Cárdenas y Villagrán le llaman Cauchaue). El Roende se vuelve loco por los Caucheos.
También me ha dicho mi amiga que el Roende "hachea", es decir, que utiliza su hacha para lo que le sea necesario en el bosque. Y que a veces "hachea" para asustar a los humanos. Puedes ir caminando por una huella perdida en el bosque y oír golpes de hacha no muy lejos, pero donde tú sabes que no hay leñadores. Ese es el Roende, que intenta asustarte para que no rompas su paz.
Mi amiga cree en la existencia de los Roendes. Tiene dos experiencias en las que basarse.
La primera, cuando muy joven, iba con unos niños por el bosque, recuerda haber pasado por encima de un tronco caído, cuando volvieron al poco tiempo ese mismo tronco estaba cubierto por una sustancia mucosa y gelatinosa, de color amarillo, con un olor desagradable y penetrante, a la que siempre se ha reconocido como “la mierda del Roende”. No hubo tiempo entre que ella pasó de ida y vuelta para que esta sustancia extraña se hubiera producido como resultado del crecimiento de un hongo o cosa parecida. En relación con esto, recuerdo haber oído de un amigo, que no siendo chilote y sí letrado, vivió una experiencia similar en otra zona de Chiloé, mucho más al Sur: en la cabaña apareció una noche una sustancia mucilaginosa y verdosa, muy parecida a la descrita arriba, que por la rapidez con que lo hizo tenía que haber sido depositada allí por alguien; ellos no se lo achacaron al Trauco, pero sí se asustaron.
La segunda ha sido más reciente. Acababa de cerrarse la noche y mi amiga había salido de su casa hasta un alto cercano donde había cobertura para el celular. Cruzando una pampa vio algo en movimiento, que tendría la altura de un niño y avanzaba a saltos, huyendo de ella. Lo sorprendente es que cuando este objeto animado llegó a la alambrada que cercaba la pampa, la atravesó sin detener su marcha y sin que la alambrada mostrara resistencia alguna a su paso. Vamos, que la atravesó como si el objeto fuera de naturaleza inmaterial. Mi amiga cree que ese comportamiento solo puede ser el de un Roende.
Por lo demás, al Roende se le puede detectar por el olor que deja a su paso, el mismo de sus fecas, desagradable, penetrante, persistente, distinto de cualquier otro e imposible de olvidar.
1 comentario:
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