domingo, 17 de febrero de 2013

El sueño de la razón produce monstruos



Este es el número 43 de los grabados que el genial Goya publicó en 1799, bajo el título común de “Caprichos”. El pintor dejó junto a ellos un manuscrito que explica sus significados y que se conserva también en el Museo del Prado. Para el grabado 43 escribió: La fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles: unida con ella es madre de las artes y origen de las maravillas.

Razón y fantasía, componentes esenciales de nuestra naturaleza humana.

La imaginación es la capacidad de representarse vivencias que no están aquí o que ya fueron o que nunca han sido. La fantasía es la imaginación llevada a su grado supremo.
Lo opuesto a la imaginación es la reducción, donde lo considerado por la mente se va reduciendo a sus componentes más elementales en el aquí y el ahora, olvidando a veces que el todo puede ser más que la suma de sus partes.
La reducción está en la base de la ciencia, la imaginación en la del arte, la fantasía en la de las artes más extremas, como la poesía. La imaginación es también un combustible indispensable para mantener vivo al amor. La fantasía es la versión de la imaginación aplicada a los afanes imposibles, también el engaño indispensable para sustentar las esperanzas desesperadas.

La razón es lo que puede llevar a un juicio recto acerca de lo que se está analizando, a una decisión coherente sobre el conflicto que se está dirimiendo. Lo opuesto a la razón es la sinrazón, con la que uno se obstina por formular juicios equivocados o adoptar decisiones erróneas. La sinrazón es una forma de suicidio mental.

Para el buen vivir, es indispensable una mezcla equilibrada de razón con imaginación. También lo es para la ciencia, el arte y el amor. Para las artes extremas, los afanes imposibles y las esperanzas desesperadas, la mezcla tiene que serlo de razón con fantasía.

A veces, como dibuja Goya en su Capricho 43, la razón duerme y la fantasía vuela libre, pudiendo llegar a tropezarse con la sinrazón, que nunca le está lejos, y a integrarse con ella. La combinación de fantasía con sinrazón lleva siempre al peor de los desastres, a la desintegración de la poesía, la esperanza o el amor. Monstruos ahora imaginables, de esos que solo vemos de cerca en las pesadillas, ocupan ese espacio nuestro que hasta entonces había sido habitable.

No queda otro remedio que salir corriendo. Luego, cuando ya se está lejos de la quema, siempre es posible volver a empezar. 


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