domingo, 28 de abril de 2013

Futuros de Chiloé.- (1) Planteamiento.


Lejos como estoy de Chiloé, pienso mucho en ella. Quizá por eso me pregunto a veces qué podría hacer yo,  aquí y ahora, por Chiloé. Siguiendo el espíritu inicial de este blog, que era el de ir tratando una sucesión de temas específicos, se me ocurrió el otro día que quizá había llegado el momento de presentar en unas cuantas entradas una reflexión estratégica sobre Chiloé.

¿Reflexión estratégica? Suena tan petulante… Sin embargo yo estuve dedicado durante cinco años a la gestión estratégica en una empresa grande y aprendí algo de estas cosas. Lo estratégico tiene que ver con el cómo ir construyendo un futuro. Hay una técnica muy potente y sencilla, la de los escenarios, que yo emplearé aquí. Partiendo del Chiloé real, se imaginan escenarios de un Chiloé del futuro, unos deseables y otros indeseables, pero todos realistas. Luego se analizan las direcciones que pueden seguirse y los hitos intermedios que deberían irse alcanzando, para llegar a los escenarios deseables y prevenir los indeseables.

El objetivo final de la gestión estratégica es orientar la acción de hoy no solamente hacia el presente, sino hacia ese futuro lejano que sin embargo llegará. De manera que cuando los responsables políticos, económicos o sociales, tomen alguna decisión, no lo hagan pensando solamente en sus efectos inmediatos o a medio plazo (antes de las próximas elecciones,) sino en cómo va a afectar al largo plazo. Todo ello lo expresó el místico hindú Vivekananda en unas palabras tan sencillas como certeras: “Lo que seas mañana será consecuencia de tus actos de hoy”.

Daré algunos ejemplos.
1).- Si se autoriza hoy la construcción de un parque eólico en la Playa de Mar Brava, en Ancud, es imperativo que se tengan en cuenta no solo los efectos inmediatos o a medio plazo, ya que la duración de vida de unas instalaciones de este tipo es de muy largo plazo,  25-30 años.
2).- Si se decide hoy invertir muchos millones de pesos de dinero público en la construcción de un puente sobre el canal de Chacao, también es imperativo que se compare este proyecto con otras alternativas, por ejemplo la conversión en autovía (cuatro carriles) de la ruta 5. ¿Qué debería ser antes, el puente o la autovía?
3).- Si se decide hoy un marco legal para el desarrollo del sistema educativo en Chiloé, habrá que tener muy en cuenta lo que esos jóvenes que se van a educar ahora necesitarán como bagaje educativo y cultural para desarrollar adecuadamente sus vidas cuando, dentro de veinte o treinta años, sean adultos.

Naturalmente yo que soy un extranjero y estoy por ello obligado a tratar los asuntos chilotes y chilenos con respeto, no me voy a poner a pontificar sobre lo que en Chiloé y Chile se debe hacer o no. Voy a ofrecer solamente, intentando hacerlo con prudencia, la visión, necesariamente muy incompleta,  que del presente y el futuro de Chiloé tiene un viejo que habiendo venido de muy lejos quiere a esta tierra chilota, a su naturaleza y su gente, su historia y su cultura. Pero sobre todo voy a intentar poner de manifiesto, no lo que yo veo ni sus cómos y porqués, sino una forma de organizar este tipo de reflexiones.

Un esquema de los contenidos de esta serie es el siguiente:

1).- Analizaré el hoy de Chiloé. Compararé sus dimensiones con las de Chile, buscaré otras regiones del mundo que se le parezcan, identificaré lo más crítico o singular de su naturaleza, su gente, su historia, cultura y estructuras.
2).- Situaré a Chiloé frente a Chile en su conjunto, la entera región de Los Lagos, las Patagonias chilena y argentina, para identificar lo más prometedor de las relaciones posibles con sus compatriotas o vecinos más próximos.  También situaré a Chiloé con respecto a todo el resto del mundo, para buscar lo que Chiloé puede ofrecer y recibir.
3).- Construiré dos escenarios, uno optimista y otro pesimista, para Chiloé en la mitad de este siglo, dentro de 30-40 años, cuando los niños chilotes de hoy estén en plena madurez.
4).- Propondré lo más obvio o importante que debería hacer Chiloé hoy para acercarse al escenario optimista y alejarse del pesimista.

Hacer todo esto con rigor profesional requeriría meses de trabajo de muchos especialistas que manejaran miles de datos, se entrevistaran con las fuerzas vivas de Chiloé y Chile y dedicaran mucho tiempo a pensar y construir. Nada más lejos de mis posibilidades. Yo me limitaré a desarrollar los esquemas esbozados líneas arriba haciendo uso de mis limitados conocimientos del tema, para intentar llegar a propuestas que por lo menos estén bien definidas y sean suficientemente provocadoras.

El valor principal de lo que finalmente exponga estará en la combinación de concisión con novedad. Mis conclusiones deberían ser sugestivas a la vez que razonables, con eso, que ya es mucho, me contento. 

sábado, 27 de abril de 2013

Amor y gravitación


Las personas, como las masas en el espacio, se atraen. El amor desinteresado o platónico es la forma más perfecta, la culminación, de la atracción interpersonal. Y tiene muchas analogías con la gravitación que se tienen los astros.

Veamos el caso de Luna y Tierra. La Luna gira alrededor de la Tierra (Fig.1) y ésta alrededor del Sol. Pero si no existiera el Sol como un marco de referencia externo, Luna y Tierra podrían creer que una gira alrededor de la otra o que las dos giran en círculo alrededor de un centro común (Fig.2).
Eso es lo que pasa en el amor más inmaterial entre dos personas. Una se siente girar alrededor de la otra y siente a la vez que la otra gira alrededor de ella, como si bailaran un extraño baile. Forman juntas como los dos extremos de una extraña pesa que navegara solitaria no por el espacio, sino por el tiempo, a la vez dando vueltas sobre sí misma.



Esta atracción en estado puro del amor platónico es, al igual que la gravitación universal, indestructible e inagotable, porque no es una fuerza, sino la manifestación en las dos personas que se aman de un campo de fuerzas omnipresente, el del amor universal.

El origen y la naturaleza de este campo de amor son misteriosos, al igual que lo son los de la gravitación. Quizá haya sido el mismo Dios quien haya puesto a uno y otro en mitad del espaciotiempo, puede que para que esos dos campos le den consistencia, duración, a nuestro universo.

Sea como sea, ese giro de los dos enamorados uno alrededor del otro  puede verse como el resultado de un equilibrio entre una fuerza centrípeta, que los atrae al uno sobre el otro, y otra fuerza centrífuga, que tiende a separarlos. Si se mantienen en este giro enamorado es gracias a ese equilibrio, que hace posible que sin perder ninguno de los dos su libertad, que es su identidad, mantengan su interdependencia. Un amor tan inmaterial, tan platónico como el que estoy describiendo, puede sin embargo morir como resultado de dos tipos de catástrofe bien distintos.

a).- Por implosión. Los dos enamorados se precipitan uno sobre el otro (puede la fuerza centrípeta). Resulta una colisión en la que se pierde la distancia necesaria para que el amor desinteresado (el giro enamorado) persista como tal.

b).- Por explosión. Uno u otro de los dos enamorados se encuentra en su camino por el tiempo con otros focos de atracción que tiran de él (puede la fuerza centrífuga). Resulta una separación en la que la distancia se hace demasiado grande para que el amor persista. Solo queda un rastro, un recuerdo.

En cualquier caso y dicho todo lo anterior, me quedo con una idea: el amor platónico entre dos personas es una materialización de ese misterioso amor universal que, como un campo invisible de fuerzas, lo empapa  todo, siempre listo para manifestarse como la chispa capaz de enlazar a dos seres distintos en un mismo destino.

Nada menos que eso.


P.S.

Pensándolo más a fondo, quién sabe, quizá el amor y la gravitación no sean sino la expresión a distintos niveles de complejidad de un único y misterioso campo de fuerzas, ése que le da estructura y destino al universo.

miércoles, 24 de abril de 2013

Viejas fotos familiares


Estuve viendo viejas fotos, esas que guardan las madres en grandes cajas de cartón o lata y que se les enseñan algún día de lluvia a los nietos, para que sepan de donde vienen.

Eran fotos de gente que yo conocía bien, tomadas en distintas etapas de su vida. Comprobé algo que me sorprendió: a los humanos les pasa con el carácter como con los dientes. Así como los niños cambian sus primeros dientes, esos que llamamos de leche, por otros definitivos que les durarán hasta que lleguen a viejos, del mismo modo el carácter particular que una persona tiene termina de forjarse durante la infancia y permanece invariable hasta que la vejez va enfriando y cubriendo de nieblas su alma.

¿Significa esto que cuando dejas atrás tu infancia ya no cambias más a lo largo de tu vida? No exactamente. Cambian tus comportamientos pero tu carácter,  que está anclado en lo más profundo de tu personalidad, permanece. Lo expresa muy bien el viejo refrán castellano: “genio y figura… ¡hasta la sepultura!

Constaté otra cosa importante: ese carácter tuyo es la fuente de lo mejor y lo peor que tienes. Pero atención, a la vez de lo peor y lo mejor, que en tu carácter son indisociables. Si eres, por decir algo, introvertido, no llegarás a conocer mucho de lo que esconden los demás, pero lo que conozcas lo será profundamente, llegará hasta las raíces de eso que está escondido. Si eres extrovertido,  herirás a los otros con tu ira y tu incapacidad de perdonar, pero también serás capaz de dar un amor, una pasión, una compañía, inimaginables por los que son más fríos. Así con mucho más.

Al final llegué al viejo Heráclito. El carácter, al igual que tantas otras cosas, es como un plano o una moneda cuyas dos caras son irreconciliables porque jamás podrán verse y conocerse. La cara buena y la mala, por así expresarlo. 

Lo negativo es que la cara mala existe. Lo positivo que tiene siempre muy cerca a la cara buena.

domingo, 21 de abril de 2013

Arquetipos


Tus arquetipos los llevas dentro, te han marcado desde que eras muy pequeño, quizá algunos desde antes que nacieras, son tus compañeros más íntimos en el largo viaje de la vida, pero no son tus amigos.

Unos van delante tuya y corres para alcanzarlos. Otros van detrás y corres para que no te alcancen. Así te encuentras siempre entre dos fuegos, ese es tu sino. Nunca te permitirán que llegues hasta ellos los arquetipos que huyen de tí, ni los que te persiguen dejarán que los pierdas de vista, poderosos como son regularán el ritmo de sus pasos para tenerte siempre entremedio. Y tú, que llegas a irritarte porque este comportamiento de tus arquetipos te parece una tomadura de pelo, también te das cuenta en tus raros momentos de lucidez que sin ellos emparedándote no llegarías nunca a ninguna parte.

Si así es tu vida, ¿dónde se queda tu pretendida libertad? Lo piensas largamente y concluyes que tus arquetipos, aunque no sean tus amigos y te mantengan prisionero para siempre, forman una parte inseparable de ti mismo. Son tú huyendo de ti o persiguiéndote. De esa huída y esa persecución inacabables obtienes tu consistencia de ser humano, tu esqueleto moral, ese que te hace ser algo más que un amorfo pedazo de carne. 

A ti y tus arquetipos la libertad os rodea, pero siempre se queda por el lado de fuera de vosotros mismos.  Si quieres alcanzarla tienes que ser tú mismísimo, ése que está en medio, quien deje de huir de los que le persiguen y de perseguir a los que huyen de él, y haciendo un rápido quiebro de noventa grados hacia la derecha o la izquierda, según lo intuyas, correr en solitario.


Verás cómo, cuando lo hagas, tanto los que te perseguían como los que huían de ti correrán como locos detrás tuya, desconcertados, descompuesta su formación, intentando llevarte de nuevo al orden. Pero tú irás delante, galopando como un caballo loco, sin ver otra cosa que la pradera de la libertad, ahora toda para ti.

Esto no durará mucho, tus arquetipos volverán a meterte en su fila, pero ahora caminaréis todos en la dirección que tú libremente has marcado. Ya que los arquetipos, si alguna debilidad tienen, es su incapacidad para cambiar por sí mismos de rumbo, solo saben ir por delante o por detrás de tí. Por eso, ahora ya lo sabes, eres tú mismísimo, finalmente, el que lleva el timón. Por eso eres libre.

viernes, 19 de abril de 2013

Más allá

Ilustración del planeta extrasolar tipo Tierra Kepler-62f. / NASA/AMES/JPL/CALTECH
Hoy se hace público en la revista Science el descubrimiento de cinco exoplanetas (así se llama a planetas que orbitan estrellas diferentes a nuestro Sol) en una lejanísima (1.200 añosluz) estrella llamada Kepler 62, situada en la constelación Lira. Dos de estos exoplanetas reunen, por tamaño y distancia a su estrella, las condiciones para tener una masa rocosa, agua líquida y una atmósfera  que incluya CO2 y Oxígeno, es decir, para albergar vida de características similares a las de nuestra Tierra.

Los astrónomos seguirán trabajando activamente en la búsqueda y caracterización de exoplanetas, lanzando telescopios cada vez más potentes que orbitando alrededor del Sol escudriñen los cielos para buscar pruebas cada vez más ciertas de que exoplanetas idénticos en todos sus aspectos físicos y químicos a la Tierra, existen realmente. Esta búsqueda es activa, tiene las mismas características que la que emprendieron los navegantes exploradores europeos del siglo XVI, solo que será muy difícil, por las enormes distancias implicadas, que algún día pueda un astronauta terrícola poner sus pies  sobre  estos nuevos Jardines del Edén. Para bien de sus posibles habitantes. Aunque solamente el hecho de saber que no estamos solos en el Universo, que puede haber una vida como la nuestra en muchos otros sistemas estelares, es un descubrimiento que tendrá consecuencias sobre nuestro a veces delirante antropocentrismo, base de nuestro egoismo y de muchas de las desgracias que a lo largo de los siglos han ido dándole forma a nuestra historia.

Otra cosa es que algún día pueda descubrirse que existen inteligencias extraterrestres suficientemente parecidas a las nuestras como para que podamos detectar y eventualmente comprender señales electromagnéticas lanzadas por ellas al espaciotiempo. Esta búsqueda es pasiva, solo requiere radiotelescopios a través de los cuales escuchemos atentamente las señales de todo tipo que nos llegan desde el espacio extrasolar. Hay proyectos, como el SETI , que llevan años dedicados a esta tarea, en un gigantesco esfuerzo colaborativo que utiliza la capacidad de computación libre en muchos ordenadores personales para analizar estas señales externas al sistema solar.

En cualquier caso, está claro que la exploración científica del espacio en busca de vida o inteligencia puede darnos cualquier día una grandísima sorpresa. De magnitud similar a la que sufrieron los españoles de finales del siglo XVI cuando llegó Colón de vuelta de la mar océana con la noticia de que había descubierto un Nuevo Mundo.

Esta sorpresa sería duradera en el caso de que tropezáramos con una inteligencia más evolucionada que la nuestra pero suficientemente próxima para que pudiéramos comprenderla. ¿Qué podría enseñarnos? ¿En qué medida podría ayudarnos a corregir para bien el rumbo que llevamos? ¿La escucharíamos si lo que nos dijera no les interesara a los que tienen aquí el poder? ¿Sería pacífico y desinteresado este contacto, por las dos partes?


Interesante. Cualquier día a cualquier hora y desde cualquier punto del espacio puede llegarnos lo inesperado. La apertura expectante al misterio es una obligación de nuestra inteligencia. 

jueves, 18 de abril de 2013

En Chiloé la Luna no miente

Nuestra vida está hecha de una inacabable gama de acontecimientos (vivencias y experiencias, hitos y etapas,  triunfos y fracasos) que forman el entramado del vivir. Esta vida se proyecta hacia el pasado en las memorias que tenemos de él, a las que podemos imaginar  como archivos y directorios alojados en el disco duro de nuestro cerebro. La arquitectura con que está ordenada toda esta información del pasado es arborescente. Las unidades más elementales son archivos, que pueden serlo de percepciones sensoriales (imagen, tacto, olfato, oido o gusto), datos (números, dimensiones, sensaciones, etc), textos (discursos mentales, razonamientos, intuiciones) y qué sé yo cuántas categorías más. Los directorios pueden ser simples, conteniendo solo archivos, o compuestos, conteniendo directorios y archivos.  Toda esta complejidad del cerebro humano, representado aquí como un ordenador, es sin duda más enrevesada que la del megaordenador más avanzado que podamos imaginar. Los científicos intentan abrir caminos que nos permitan comprenderla mejor y esta será sin duda una de las grandes aventuras científicas del futuro próximo.

Pero yo me quedo mucho más cerca de nuestro mundo. Recordar algo es como hacer una consulta a este disco duro cerebral. Nuestro cerebro pone en marcha sus mecanismos de búsqueda y nos ofrece enseguida una respuesta a nuestra consulta, en forma de un conjunto ordenado de directorios y archivos, por el que nos movemos para darle existencia virtual a lo que queremos recordar. Cualquiera de las respuestas que nos dan nuestras memorias contiene imágenes y textos, o por expresarlo de una forma más general, percepciones sensoriales y discursos mentales. Cuando, por ejemplo, yo recuerdo mi infancia, hago memoria a la vez de sus colores, sus olores, sus sonidos, todas esas sensaciones, y de lo que yo pensaba, decía, escuchaba, leía, todos esos discursos.

Pero uno recuerda no solo lo que quiere recordar sino también lo que, como solemos decir, “le viene a la memoria”. Esto que te viene a la memoria es un conjunto abundantísimo de recuerdos de tu pasado que te sorprenden abruptamente, porque aparecen sin que tú los buscaras ni esperaras. Al sorprenderte pueden agradarte o desagradarte, conmoverte, emocionarte, divertirte o inducirte a olvidarlos, hasta avergonzarte.

¿Qué mecanismos son los que disparan  la extracción de tus  memorias de estos recuerdos espontáneos? En muchos casos se trata de sensaciones que tú recibes del mundo exterior pero que también están almacenadas como sensaciones virtuales en los archivos de tus memorias. Y lo que pasa es que al percibir tú la sensación real que te viene de fuera, esa imagen virtual de ella que almacenas en tus memorias se siente llamada y arrastra consigo hasta tu cerebro consciente todo el conjunto de archivos que en tus memorias está asociado a ella.

Me explicaré con algunos ejemplos. Mi estancia en la Cartuja, de la que he escrito mucho en este blog, marcó mi vida y quedó firmemente impresa en mis memorias. Su recuerdo está formado por muchas reflexiones, pero también por muchas sensaciones. Y así como las reflexiones que me originó la Cartuja fueron de iluminación espiritual, las sensaciones lo fueron de oscuridad física. Quiero decir que lo que recuerdo sensorialmente de la Cartuja, al menos lo que recuerdo con más fuerza, son momentos de oscuridad, principalmente dos: mi llegada en la noche al monasterio, cuando un taxi me dejó en la puerta y la oscuridad era absoluta hasta que pasado un buen rato descorrió los cerrojos el hermano portero, y aquella madrugada en que volviendo de la iglesia a la hospedería me cogió en un claustro desconocido la desconexión del grupo electrógeno que encendía el monasterio, y perdí todas mis referencias visuales. De manera, y a esto es a lo que quería finalmente llegar, que a veces me pasa que cuando me encuentro inmerso en ciertos tipos de oscuridad “me viene a la memoria”, me brota espontáneamente, el recuerdo de mi estancia en la Cartuja de Miraflores, en Burgos, con todos sus componentes psicológicos y materiales.

Pues lo mismo me pasa con otras vivencias y experiencias de mi vida. Así, las sensaciones que con más firmeza se han grabado en mis memorias de mi primer amor lo son de sus ojos y sus rodillas. Y lo que me sucede a veces es que determinados ojos o rodillas de mujer me traen inmediatamente los recuerdos completos de aquel primer amor de juventud . Pondré algunos ejemplos más. De otro amor mío las sensaciones predominantes grabadas en mis memorias son el color de su piel y el tono de su voz. De mi servicio militar, el viejo cañón antiaéreo alemán con el que hacíamos las prácticas de tiro. De mi niñez las largas vacaciones de verano, y en ellas la luz, la temperatura y las brisas de la orilla del mar durante el día, el bramido del rompeolas cercano y el gemido del viento durante la noche. Etcétera.

Ahora, después de esta larguísima pero necesaria introducción, ya puedo situarme en el Chiloé que es el objeto de esta entrada.

Lejísimos como estoy ahora de ese Chiloé tan querido, almaceno muchísimos recuerdos no lejanos que me permiten evocarlo con frecuencia y profundidad. Pero hay una sensación externa que me trae casi automáticamente el recuerdo y enseguida la nostalgia de Chiloé. Es la visión de la Luna en cuarto creciente o menguante.

¡Diablos! ¿Por qué?

Esto también requiere una explicación ligeramente complicada.
La Andalucía en que he nacido y estoy viviendo ahora se sitúa en la latitud 37ºN y el Chiloé de mi querido Duhatao en los 42ºS. Si represento un humano de pie en cada una de estas dos latitudes, obtengo un esquema como el de la Figura 1. Suponiendo que mi vista fuera capaz
Figura 1
de atravesar la tierra y los más de 10.000 km que me separan en línea recta de un amigo chilote, yo lo vería (teniendo en cuenta las diferencias en longitud que no muestra el esquema de la Figura 1) casi cabeza abajo en relación a mí. Y es que los dos hemisferios,  boreal y austral, están cabeza abajo el uno con respecto al otro, son en muchos aspectos como imágenes especulares el uno del otro. Si, por ejemplo, yo desde Andalucía miro en mi horizonte hacia el Oeste, tengo el polo más próximo, el Norte, a mi derecha. Si el que mira hacia el Oeste es mi amigo chilote, le queda el polo más próximo, el Sur, a su izquierda. Así con muchas otras situaciones.

Así también con la Luna. La Figura 2, que es una perspectiva, intenta explicar lo que acontece. La Luna, pintada en amarillo, está en su fase creciente, por eso yo, en una latitud media del hemisferio Norte, la veo como una D, mientras que mi amigo chilote, en aproximadamente la misma latitud media del hemisferio Sur, la ve como una C. Para mí los cuernos de la Luna creciente apuntan hacia la izquierda, para mi amigo chilote hacia la derecha. De niños teníamos una regla nemotécnica para recordar este hecho astronómico. Nos decían nuestros maestros que “La Luna miente”. 
Figura 2
Pero eso se cumplía porque éramos niños del hemisferio Norte. Cuando los cuernos de la Luna apuntaban hacia la izquierda, como en una D, su fase no era Decreciente, sino Creciente. Y cuando apuntaban hacia la derecha, como en una C, su fase no era Creciente, sino Decreciente. Mentirosa la Luna, sí, pero solo en el Hemisferio Norte, no en el Sur, mentirosa en Andalucía, pero sincera en Chiloé.

¿Sorprendente? No, más bien importante y trascendente. Si a un humano lo hacen preso, le vendan los ojos y lo transportan en avión hasta un sitio desierto del mundo cuya posición ignora completamente, le bastará con dejar pasar una luna llena o nueva y observar a continuación hacia donde apuntan los cuernos de la luna que va decreciendo o creciendo para saber en qué hemisferio está. ¿Tiene esto algún valor práctico? Solo en rarísimas circunstancias. Quizá para un navegante como Magallanes que, habiendo perdido todos sus instrumentos de navegación y navegado durante días y días hacia el Sur, guiado por esa bellísima constelación que es la Cruz del Sur, quisiera saber si había rebasado ya el Ecuador y estaba próximo al Trópico de Capricornio. En otros muchísimos casos posibles este conocimiento es inútil, lo que lo hace por cierto mucho más divertido.

Yo no descubrí este hecho astronómico en ningún libro, sino paseando por Duhatao. Era verano y habíamos tenido una noche de Luna nueva que no olvidaré, porque dado que en aquellas soledades apenas hay luz artificial, el cielo había lucido espléndido en aquella noche sin nubes, tanto como solo lo he visto en mitad del Sahara o del océano, que hasta puedes ver que aunque la mayoría de las estrellas lucen blancas muchas tienden hacia el rojo y otras hacia unos verdes azulados, de modo que el firmamento se hace multicolor. Unos días después paseaba yo por la tarde hacia la Punta Tilduco y veía la Luna en el cielo. Su fase tenía que ser forzosamente creciente, ¡pero sus cuernos apuntaban hacia la derecha! Comprendí que esta Luna austral, chilota, en contraposición a mi Luna andaluza, era incapaz de mentirme. Y hasta me emocioné de mi hallazgo, claro está que en los viejos son normales estas debilidades.

Desde entonces, cuando veo aquí en Andalucía una Luna con cuernos, en fase creciente o decreciente, me acuerdo enseguida de mi Chiloé querido y añorado, ese que no intenta engañarme con los cuernos de su Luna, que no solo en esto, sino en otras muchísimas cosas, siempre me ha dicho su verdad. 

Ese en el que la dirección en que apuntan los cuernos de la Luna es opuesta a la que yo percibo desde aquí.

martes, 16 de abril de 2013

Soros le dice a Alemania: apoya la creación de Eurobonos o abandona el Euro.

George Soros, asombrado y perplejo.
Llevo varios días luchando con la idea de presentar en este humilde blog el ultimatum que George Sorosel financiero  de origen húngaro y nacionalizado en USA, mundialmente conocido, ha lanzado a Alemania: abandona el Euro o acepta la emisión de Eurobonos. No le queda otra alternativa para salvar a la Unión Europea y a la vez salvarse a sí misma de una crisis que si no se resuelve, y no lleva camino de hacerlo, les hará muchísimo daño a las dos.

Finalmente el sentido común me hace abandonar esta iniciativa, demasiado complicada y que supera mis posibilidades. Sí diré dónde ha publicado Soros sus argumentos, en Project Syndicate, un portal creador de opinión que merece el seguimiento de cualquiera que teniendo el tiempo suficiente quiera conocer las opiniones más autorizadas sobre la marcha del mundo. El artículo que Soros publica recoge los resultados de una intervención suya hace poco más de una semana en Francfort, donde ha ido para intentar convencer a los alemanes de que cambien sus rumbos. Les pide dos cosas:

1).- Que siendo como son desde que se reunificaron el país más grande y fuerte de la Unión Europea, acepten que tienen que asumir el liderazgo de la misma. Eso significa, entre otras cosas, que tienen que dirigir generosamente la lucha política por el futuro de esa Unión.

2).- Que en lo financiero y económico tienen que cambiar el chip, porque sus posiciones están equivocadas. Deben ver los problemas del Euro con una perspectiva de largo plazo, abandonando ese cortoplacismo que defienden y que consiste en hacer lo mínimo necesario para que el Euro no se ahogue.

Esta opinión de Soros puede verse en su último artículo en Project Syndicate, "Germany choice", una exposición brillantísima que recomiendo leer con detenimiento. Pero en esta referencia web que doy puede verse que Soros ha publicado desde diciembre de 2010 nada menos que 16 artículos en el portal de Project Syndicate expresando sus opiniones sobre el problema del Euro. No cabe duda de que le preocupa.


Debo hacer constar que a mí no me cae del todo bien Soros. Publiqué una entrada sobre él en este blog el 10marzo2011 ("Soros contra Soros"). Hombre muy inteligente, con solidez teórica y sentido práctico, es hoy un guru financiero cuyas opiniones son respetadas por los “mercados” y que desde luego no dice tonterías. Su opinión sobre el problema del Euro representa bien lo que esos “mercados” pueden pensar. Se trata de una opinión conservadora, también forzosamente interesada. Soros, quizá uno de los hombres más ricos del mundo, no es un idealista ni un visionario. Jamás hará una revolución y casi seguro que no quiere cambiar drásticamente al mundo. Pero lo que dice lo dice con mucha lucidez, sus argumentos, dentro de ese marco de referencia conservador, que es el de que las cosas sigan más o menos como han venido estando en los últimos quince años, son elegantes y sobre todo sólidos. Creo que merece la pena leerlo. 

domingo, 14 de abril de 2013

Melancolía

Llega la melancolía como un ave nocturna. Oyes el batir de sus alas, ves su sombra cruzando sobre el fondo estrellado del cielo.

Es fugaz.  Cambia  el color de tus percepciones,  se apodera de ti una nostalgia que oculta su nombre y te rapta sin que puedas hacer nada por evitarlo. Sientes un pellizco en el corazón, que dura un instante pero no te pasa desapercibido.

Cuando por fin se va presientes que no tardará mucho en volver.



viernes, 12 de abril de 2013

En el sillón del dentista

Mi dentista, además de un magnífico componedor de dentaduras y un buen médico, es un hombre inteligente e imaginativo. Su universo profesional no se reduce a lo que su paciente tiene entre labios y tráquea, gestiona también, y de qué manera, lo psicológico, es decir, el miedo de su paciente a que le duela lo que va a hacerle. Pocos miedos hay peores que el del sillón del dentista, donde los nervios que llenan las raíces de tus dientes pueden gritar en cualquier momento hasta volverte loco de dolor y tú no puedes prevenirlo ni evitarlo.


¿Qué hace mi dentista para neutralizar este miedo? No solo es muy cuidadoso con su intervención mecanoquirúrgica y maneja además la anestesia con destreza, sino que hace sonar permanentemente una música de fondo bien relajante cuyos discos prepara él mismo, gran aficionado a toda clase de melodías. Y mientras que te está interviniendo, sentado él en una silla baja al lado del terrorífico sillón de tortura en que te ha sentado a tí, no deja de
hablarte. ¿De qué te habla? Te cuenta historias producto de su imaginación que se mueven en la frontera entre lo disparatado y lo real, pero como los buenos narradores de cuentos hace creíble lo disparatado. Tiene mi dentista mucho sentido del humor, así que te hace sonreír con sus fantasías, incluso reír, pero en las circunstancias en que te encuentras, con tu boca abierta y llena de sus instrumentos de tortura, solo puedes reírte con los ojos. Tan cerca como están estos del cerebro, es con éste con el que terminas riéndote, y esa risa que nace y crece en tu materia gris arrincona a la niebla de miedo que empezaba a empaparla, la disuelve en claridad solar, nada menos. Él sigue con lo suyo, manipulando tus dientes y encías, limando con el maléfico torno, extrayendo, pinchando, encajando, contándote sus cuentos sin abrumarte, porque intercala silencios en los que tararea esas canciones que suenan suaves en sus altavoces y que él se sabe de memoria. De este modo el tiempo va pasando, lleno como está de sueños que te llevan lejos de la dolorosa realidad, haciéndotela soportable.

España, sumida en su crisis política, económica y social, está también en el sillón del dentista. Pero este dentista, que son sus políticos y más en general todos sus poderes, no lo está haciendo bien. Ignora los aspectos psicológicos, descuida la comunicación, desprecia lo más
elemental del liderazgo, consistente en convencer al pueblo de que se está en un camino que además es el único posible en las actuales circunstancias. En cuanto al Partido Popular que gobierna, convierte su mayoría absoluta en tecnocracia; sus motivaciones y comportamientos son nada más que instrumentales, olvida lo comunicativo, actúa como aquél dentista que me acosaba con sus pinzas cuando yo era un niño hasta que, reculando para alejarme de él, llegué a romper el maldito sillón/potro de tortura. En cuanto al PSOE y otros partidos de la oposición, que son de izquierdas o nacionalistas, se limitan a intentar llevarse el ascua a su sardina, los socialistas practicando un populismo demagógico que puede estallarle algún día en las manos, los nacionalistas pregonando que España es una mierda pinchada en un palo y que más vale librarse cuanto antes de ella.  Pero no son solo los políticos, todo el sistema de liderazgo de un país tan complejo como España y que se encuentra prácticamente en estado de guerra económica y social desentona, no coordina sus esfuerzos, es incapaz de definir objetivos comunes. De modo que para el conjunto de los españoles la situación se hace más penosa, el dolor de muelas se torna insoportable, el miedo a lo desconocido aumenta peligrosamente.

¿Cuándo serán capaces de ponerle un poco de música a esta batalla, contando historias divertidas, cantando coplas románticas, descubriendo aventuras aleccionadoras, inspirando confianza, acordándose de verdad de los más necesitados? Se echan en falta líderes así.


miércoles, 10 de abril de 2013

José Luis Sampedro (1917-2013)


Ayer murió en Madrid a los 96 años José Luis Sampedro, economista y escritor.

Yo lo admiraba, me identificaba plenamente con él. Fue un hombre lúcido y valiente que llegó a ser un viejo feliz y sereno. Proclamó siempre su verdad, sabiendo que era nada más que la suya, respetando con humildad esa VERDAD mayúscula que en nuestro mundo de animales humanos nunca ha existido sino como una aproximación permanente, una búsqueda.

Pero esa humilde verdad suya, a la que él iba llegando día tras día sin ambiciones ocultas, la proclamaba con todas sus fuerzas. Tenía obsesión divulgadora, escribía con la sencillez de un hermano mayor, para que todos lo entendiéramos. De su obra escrita puede deducirse que para él la misión más importante de un escritor es desmitificar, contribuyendo así a liberar a los humanos de sus reflejos de animales domésticos, de sus traumas de esclavos.

En sus últimas novelas, particularmente en “El amante lesbiano”, escrita siendo él ya un anciano del que puede presumirse la inocencia, se adentró en ese sinfín de pulsiones sexuales a los que los bienpensantes llaman perversiones pero que viven sanas en lo hondo de nuestros instintos, ésas respecto a las que no es de buen tono escribir y que la vergüenza nos hace mantener escondidas. Lo hizo con sabiduría, anticipándose a unos tiempos que ya están llegando en los que, para bien y para mal como en todos los cambios de época, Internet nos obliga a compartir los secretos sexuales más recónditos y convierte lo pornográfico en un paisaje cotidiano. Él quiso facilitar esta transición derribando muchos tabúes sin ira ni rencor, con espíritu de libertad.

Con la misma firme inocencia se manifestó desde hace años cuando afirmaba lo más alto que podía que la civilización capitalista estaba acabada y que los humanos nos encontrábamos a la espera de lo que vendría a sucederla, que no sabíamos todavía qué sería.


Nunca fue sectario sino todo un hombre de espíritu irrenunciablemente libre. Siendo un progresista, no admitía etiquetas, solamente era fiel a una tarjeta de visita: Jose Luis Sampedro, escritor. Se nos muere en un momento en que la carencia de intelectuales de su talla se siente agudamente en España. 

Lo echaré de menos, pero sobre todo procuraré no olvidarlo.


lunes, 8 de abril de 2013

Una utopía alcanzable

Un día los humanos se dieron cuenta de algo que sin embargo era evidente: el crecimiento económico de las naciones del mundo no podía prolongarse indefinidamente, estaban alcanzándose los límites de lo que el planeta era capaz de dar.

Pero la situación económica y social tampoco podía dejarse congelada. Los más pobres tenían que seguir creciendo hasta alcanzar unos niveles de vida razonables. LOS MÁS RICOS TENÍAN QUE DEJAR DE CRECER, MUCHOS DE ELLOS INCLUSO TENDRÍAN QUE DECRECER.

Quiso Dios que finalmente todas las naciones del mundo llegaran a un acuerdo. El intervalo de PIB permisible sería de entre 30.000 y 10.000 US $ por habitante y año. Los países con un PIB inferior a 10.000 US$ serían ayudados por los demás para crecer hasta alcanzarlo. Luego podrían seguir creciendo según sus propios esfuerzos y méritos.  Los países con un PIB superior a 30.000 US $  tendrían que decrecer hasta llegar a no sobrepasar esa cifra. El decrecimiento de los más ricos no debería afectar significativamente los niveles de vida ya alcanzados por ellos, sino sustentarse sobre la desaparición progresiva de los gastos militares y el derroche energético y material. La transferencia de rentas entre los más ricos y los más pobres debería hacerse mediante inversiones en infraestructuras, educación, salud  y desarrollo agrícola, industrial y comercial. El Banco Mundial se designó como la autoridad encargada de administrar y controlar estas transferencias.

El compromiso de todos era alcanzar tan ambiciosas metas antes de que terminara el tercer milenio. En eso se puso la Humanidad entera, atemorizada como estaba ya por el tenebroso futuro que se dibujaba en el horizonte. Todos convencidos de que no había vuelta atrás. 

De un día para otro, como por un milagro, la gente comprendió que este era el único camino posible y empezó a sentirse más tranquila, quizá hasta más feliz.

Referencia:  Países del mundo ordenados por renta per capita