Un día los humanos se dieron
cuenta de algo que sin embargo era evidente: el crecimiento económico de las
naciones del mundo no podía prolongarse indefinidamente, estaban alcanzándose
los límites de lo que el planeta era capaz de dar.
Pero la situación económica y
social tampoco podía dejarse congelada. Los más pobres tenían que seguir
creciendo hasta alcanzar unos niveles de vida razonables. LOS MÁS RICOS TENÍAN
QUE DEJAR DE CRECER, MUCHOS DE ELLOS INCLUSO TENDRÍAN QUE DECRECER.
Quiso Dios que finalmente todas
las naciones del mundo llegaran a un acuerdo. El intervalo de PIB permisible
sería de entre 30.000 y 10.000 US $ por habitante y año. Los países con un PIB
inferior a 10.000 US$ serían ayudados por los demás para crecer hasta
alcanzarlo. Luego podrían seguir creciendo según sus propios esfuerzos y
méritos. Los países con un PIB superior
a 30.000 US $ tendrían que decrecer
hasta llegar a no sobrepasar esa cifra. El decrecimiento de los más ricos no
debería afectar significativamente los niveles de vida ya alcanzados por ellos,
sino sustentarse sobre la desaparición progresiva de los gastos militares y el
derroche energético y material. La transferencia de rentas entre los más ricos y los más
pobres debería hacerse mediante inversiones en infraestructuras, educación,
salud y desarrollo agrícola, industrial y comercial. El Banco Mundial
se designó como la autoridad encargada de administrar y controlar estas
transferencias.
De un día para otro, como por un milagro, la gente
comprendió que este era el único camino posible y empezó a sentirse más
tranquila, quizá hasta más feliz.
Referencia: Países del mundo ordenados por renta per capita
Referencia: Países del mundo ordenados por renta per capita
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