lunes, 8 de abril de 2013

Una utopía alcanzable

Un día los humanos se dieron cuenta de algo que sin embargo era evidente: el crecimiento económico de las naciones del mundo no podía prolongarse indefinidamente, estaban alcanzándose los límites de lo que el planeta era capaz de dar.

Pero la situación económica y social tampoco podía dejarse congelada. Los más pobres tenían que seguir creciendo hasta alcanzar unos niveles de vida razonables. LOS MÁS RICOS TENÍAN QUE DEJAR DE CRECER, MUCHOS DE ELLOS INCLUSO TENDRÍAN QUE DECRECER.

Quiso Dios que finalmente todas las naciones del mundo llegaran a un acuerdo. El intervalo de PIB permisible sería de entre 30.000 y 10.000 US $ por habitante y año. Los países con un PIB inferior a 10.000 US$ serían ayudados por los demás para crecer hasta alcanzarlo. Luego podrían seguir creciendo según sus propios esfuerzos y méritos.  Los países con un PIB superior a 30.000 US $  tendrían que decrecer hasta llegar a no sobrepasar esa cifra. El decrecimiento de los más ricos no debería afectar significativamente los niveles de vida ya alcanzados por ellos, sino sustentarse sobre la desaparición progresiva de los gastos militares y el derroche energético y material. La transferencia de rentas entre los más ricos y los más pobres debería hacerse mediante inversiones en infraestructuras, educación, salud  y desarrollo agrícola, industrial y comercial. El Banco Mundial se designó como la autoridad encargada de administrar y controlar estas transferencias.

El compromiso de todos era alcanzar tan ambiciosas metas antes de que terminara el tercer milenio. En eso se puso la Humanidad entera, atemorizada como estaba ya por el tenebroso futuro que se dibujaba en el horizonte. Todos convencidos de que no había vuelta atrás. 

De un día para otro, como por un milagro, la gente comprendió que este era el único camino posible y empezó a sentirse más tranquila, quizá hasta más feliz.

Referencia:  Países del mundo ordenados por renta per capita

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