Grant Hunter (2010).- The downgoing |
Las realidades inmateriales
existen, esto es algo que nadie podría dudar, ni siquiera los materialistas más
enconados. Ya los marxistas, frente al materialismo mecanicista que solo se
interesaba por las cosas materiales en sí, cultivaron el materialismo
dialéctico, que se ocupaba de las relaciones entre estas cosas materiales, y no
hay nada más inmaterial que una relación.
Ahora bien, estas realidades
inmateriales son de una variedad casi infinita. Desde Dios hasta el suspiro de
melancolía de una muchacha enamorada, pasando por el espíritu de Don Quijote,que todavía es capaz de infectar a muchos lectores, o el talante en parte enseñado (cultural) y en
parte heredado (genético) de los
esquimales o los neoyorquinos.
Una importante realidad
inmaterial es el Mal. Para muchísimos humanos existe. No es lo malo, siendo
éste un simple adjetivo que cualifica muchas situaciones o cosas, sino lo que
está detrás de lo más malo, lo que lo fundamenta y justifica. El Mal está ahí
fuera desde siempre, jamás podremos librarnos totalmente de él, a lo más que
muchos aspiran es a que no se fije en ellos, aunque a lo que todos deberíamos aspirar es a luchar
contra él, no tenerle miedo, no rendirnos. Y no solo está ahí fuera, también
puede estar dentro de nosotros, de hecho, de una u otra forma, siempre lo está.
Yo una vez pensé en este problema
del Mal con bastante intensidad. Eso es algo que suele hacer mucha gente joven
en su tránsito hacia la madurez. Llegué entonces a una conclusión que me ha
acompañado el resto de mi vida y que voy a exponer en forma muy sintetizada.
El Mal existe, el Bien también,
pero Mal y Bien no son entes simétricamente opuestos, no son especularmente
contrarios como puedes serlo tú de tu imagen en el espejo. El Bien supera al
Mal en contenido, por eso siempre terminará venciéndolo.
El Bien es la plenitud del ser y
las fuerzas que conducen hacia ella, a las que puede llamarse las fuerzas del
bien.
El Mal es nada más que las
fuerzas que alejan de la plenitud del ser. No tiene un contenido interno, una
personalidad. El Mal es nada más que el manojo de fuerzas del mal.
Las fuerzas del mal y del bien se
oponen, se contradicen, son acción/reacción unas para otras, tienen
inevitablemente que co-existir.
Entonces la clave para empezar a
comprender la naturaleza del Mal está en tener una idea, siquiera remota, de
qué puede ser eso de la plenitud del ser. Para nosotros los humanos, aquí en la
Tierra y sin querer recurrir a la ayuda de ningún tipo de trascendencia, es una
tarea bien difícil. Digamos que la plenitud del ser, vista desde nuestra
limitadísima perspectiva, está hecha de armonía, alegría, equilibrio, justicia,
amor, serenidad, valentía, generosidad, confianza… todo ese tipo de cosas, nada menos.
Ahí lo dejo.
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