miércoles, 3 de abril de 2013

El Mal es nada más que las fuerzas del mal.

Grant Hunter (2010).- The downgoing

Las realidades inmateriales existen, esto es algo que nadie podría dudar, ni siquiera los materialistas más enconados. Ya los marxistas, frente al materialismo mecanicista que solo se interesaba por las cosas materiales en sí, cultivaron el materialismo dialéctico, que se ocupaba de las relaciones entre estas cosas materiales, y no hay nada más inmaterial que una relación.

Ahora bien, estas realidades inmateriales son de una variedad casi infinita. Desde Dios hasta el suspiro de melancolía de una muchacha enamorada, pasando por el espíritu de Don Quijote,que todavía es capaz de infectar a muchos lectores,  o el talante en parte enseñado (cultural) y en parte heredado (genético)  de los esquimales o los neoyorquinos.

Una importante realidad inmaterial es el Mal. Para muchísimos humanos existe. No es lo malo, siendo éste un simple adjetivo que cualifica muchas situaciones o cosas, sino lo que está detrás de lo más malo, lo que lo fundamenta y justifica. El Mal está ahí fuera desde siempre, jamás podremos librarnos totalmente de él, a lo más que muchos aspiran es a que no se fije en ellos, aunque  a lo que todos deberíamos aspirar es a luchar contra él, no tenerle miedo, no rendirnos. Y no solo está ahí fuera, también puede estar dentro de nosotros, de hecho, de una u otra forma, siempre lo está.

Yo una vez pensé en este problema del Mal con bastante intensidad. Eso es algo que suele hacer mucha gente joven en su tránsito hacia la madurez. Llegué entonces a una conclusión que me ha acompañado el resto de mi vida y que voy a exponer en forma muy sintetizada.

El Mal existe, el Bien también, pero Mal y Bien no son entes simétricamente opuestos, no son especularmente contrarios como puedes serlo tú de tu imagen en el espejo. El Bien supera al Mal en contenido, por eso siempre terminará venciéndolo.

El Bien es la plenitud del ser y las fuerzas que conducen hacia ella, a las que puede llamarse las fuerzas del bien.

El Mal es nada más que las fuerzas que alejan de la plenitud del ser. No tiene un contenido interno, una personalidad. El Mal es nada más que el manojo de fuerzas del mal.

Las fuerzas del mal y del bien se oponen, se contradicen, son acción/reacción unas para otras, tienen inevitablemente que co-existir.

Entonces la clave para empezar a comprender la naturaleza del Mal está en tener una idea, siquiera remota, de qué puede ser eso de la plenitud del ser. Para nosotros los humanos, aquí en la Tierra y sin querer recurrir a la ayuda de ningún tipo de trascendencia, es una tarea bien difícil. Digamos que la plenitud del ser, vista desde nuestra limitadísima perspectiva, está hecha de armonía, alegría, equilibrio, justicia, amor, serenidad, valentía, generosidad, confianza… todo ese tipo de cosas, nada menos.

Ahí lo dejo.

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