viernes, 19 de abril de 2013

Más allá

Ilustración del planeta extrasolar tipo Tierra Kepler-62f. / NASA/AMES/JPL/CALTECH
Hoy se hace público en la revista Science el descubrimiento de cinco exoplanetas (así se llama a planetas que orbitan estrellas diferentes a nuestro Sol) en una lejanísima (1.200 añosluz) estrella llamada Kepler 62, situada en la constelación Lira. Dos de estos exoplanetas reunen, por tamaño y distancia a su estrella, las condiciones para tener una masa rocosa, agua líquida y una atmósfera  que incluya CO2 y Oxígeno, es decir, para albergar vida de características similares a las de nuestra Tierra.

Los astrónomos seguirán trabajando activamente en la búsqueda y caracterización de exoplanetas, lanzando telescopios cada vez más potentes que orbitando alrededor del Sol escudriñen los cielos para buscar pruebas cada vez más ciertas de que exoplanetas idénticos en todos sus aspectos físicos y químicos a la Tierra, existen realmente. Esta búsqueda es activa, tiene las mismas características que la que emprendieron los navegantes exploradores europeos del siglo XVI, solo que será muy difícil, por las enormes distancias implicadas, que algún día pueda un astronauta terrícola poner sus pies  sobre  estos nuevos Jardines del Edén. Para bien de sus posibles habitantes. Aunque solamente el hecho de saber que no estamos solos en el Universo, que puede haber una vida como la nuestra en muchos otros sistemas estelares, es un descubrimiento que tendrá consecuencias sobre nuestro a veces delirante antropocentrismo, base de nuestro egoismo y de muchas de las desgracias que a lo largo de los siglos han ido dándole forma a nuestra historia.

Otra cosa es que algún día pueda descubrirse que existen inteligencias extraterrestres suficientemente parecidas a las nuestras como para que podamos detectar y eventualmente comprender señales electromagnéticas lanzadas por ellas al espaciotiempo. Esta búsqueda es pasiva, solo requiere radiotelescopios a través de los cuales escuchemos atentamente las señales de todo tipo que nos llegan desde el espacio extrasolar. Hay proyectos, como el SETI , que llevan años dedicados a esta tarea, en un gigantesco esfuerzo colaborativo que utiliza la capacidad de computación libre en muchos ordenadores personales para analizar estas señales externas al sistema solar.

En cualquier caso, está claro que la exploración científica del espacio en busca de vida o inteligencia puede darnos cualquier día una grandísima sorpresa. De magnitud similar a la que sufrieron los españoles de finales del siglo XVI cuando llegó Colón de vuelta de la mar océana con la noticia de que había descubierto un Nuevo Mundo.

Esta sorpresa sería duradera en el caso de que tropezáramos con una inteligencia más evolucionada que la nuestra pero suficientemente próxima para que pudiéramos comprenderla. ¿Qué podría enseñarnos? ¿En qué medida podría ayudarnos a corregir para bien el rumbo que llevamos? ¿La escucharíamos si lo que nos dijera no les interesara a los que tienen aquí el poder? ¿Sería pacífico y desinteresado este contacto, por las dos partes?


Interesante. Cualquier día a cualquier hora y desde cualquier punto del espacio puede llegarnos lo inesperado. La apertura expectante al misterio es una obligación de nuestra inteligencia. 

No hay comentarios: