miércoles, 31 de diciembre de 2014

Nochevieja 2014 / Añonuevo 2015


He venido viajando mi vida en un tren de alta velocidad desde que tengo recuerdo de ella. Pegado a la ventanilla, sin querer perderme ni un solo detalle de los paisajes que el tren y yo atravesábamos.

Pero ha llegado el jefe de tren, me ha pedido mi ticket, y tras examinarlo detenidamente me ha dicho: “No señor, este no es el asiento que le corresponde, sino aquel otro”. Y me ha indicado uno idéntico al que tengo, también una ventanilla, pero que en vez de mirar hacia delante, ¡mira hacia atrás!

Ahora soy yo el que tiene que volver la cabeza hacia atrás para mirar hacia delante. Pero lo haré, lo estoy haciendo.



¡FELIZ NOCHEVIEJA, FELIZ AÑONUEVO A TODAS Y A TODOS, SEA CUAL SEA LA DIRECCIÓN HACIA LA QUE MIREN VUESTROS ASIENTOS Y VUESTRAS CABEZAS!


Arcoiris



La mañana está chubascosa, es más primaveral que veraniega. Te has asomado a la terraza para echarle un vistazo al día y de pronto se forma un arcoiris que parte el cielo en dos mitades. A la izquierda, el chubasco cuyas gotas de lluvia han roto la luz blanca en sus colores elementales para que tú veas su belleza escondida. A la derecha, el fantasma de un segundo arcoiris que pugna por hacerse visible. Y en el centro, donde el primer arcoiris toca las rocas y el mar, es donde te decían de pequeño que se escondía una olla de oro. Pero tú, ahora que ves el cielo y el mar desde la altura de las gaviotas, te das cuenta de que aquello no era sino una de esas leyendas que les contamos a los niños para hacerle el mundo todavía más maravilloso.

Los paisajes de Chiloé te dan estas sorpresas. Cuando menos lo esperas se deshacen y rehacen en nuevos paisajes, como si tuvieras entre tus manos un caleidoscopio de aquellos con los que jugabas cuando tú eras un niño.

Nunca he visto arcoiris tan poderosos como los de Chiloé.

martes, 30 de diciembre de 2014

Despedida

Me quedan pocos días en Chiloé, que serán luminosos porque los pasaré con mis hijos y nietos.

Del Chiloé de mis soledades, mi íntimo amigo, quiero despedirme ahora. Ayer tarde estaba en Punta Tilduco mirando al mar, a sus encuentros con la tierra y el cielo, a las rocas, las olas, las nubes y el viento. Todos ellos en su pureza, desde su inocencia, sin más contaminación en aquellos instantes que la que aportaba mi miserable presencia.

Mi despedida es muy corta:

Gracias Chiloé por todo lo que me has dado. No te olvidaré.


domingo, 28 de diciembre de 2014

El arte de la novela

Pero la novela, ¿es un arte? 

Sin duda, porque implica creación. Aunque en contraposición a la poesía o el teatro (que hoy ha sido sustituido casi enteramente por el cine) la novela tiene fronteras difusas con otros géneros literarios, como la biografía o el ensayo, incluso con la poesía.

Dos componentes son específicos de la novela y la definen, pero solamente cuando van unidos: los personajes y la manifestación de sus vidas interiores, es decir, de aspectos de sus vida que no se pueden ver con los ojos ni oír con los oídos.

La novela es siempre una fantasía, y los que le dan un anclaje en la vida real son el novelista por un lado y los lectores por el otro.

El novelista es un médium que invoca a los personajes, trayéndolos a las páginas de un libro desde el mundo de los espíritus. En un primer movimiento el novelista es el mago que obliga a los personajes a aparecerse en el mundo real, así los crea. Pero en un segundo movimiento, cuando los personajes han adquirido vida propia, el novelista es un amanuense que se limita a dejar constancia escrita de lo que los personajes dicen, piensan, hacen, sienten, inventan. ¿Quién es más famoso, mejor conocido, más perdurable y admirado, más universal, el binomio Don Quijote / Sancho o Cervantes? Creo que la respuesta está bien clara. El novelista termina siempre siendo un servidor de sus personajes. Esto le honra.

El lector es el que a través de la lectura de una novela recrea a sus personajes, los reinventa. La novela deja todo el espacio recreativo a la imaginación del lector. Es posible que la novela muera algún día, pero no será porque los medios audiovisuales la sustituyan, sino porque acaben matándola. Y entonces con ella habrá muerto una parte importante de lo que es ser humano, y  los Homo sapiens estarán mucho más cerca de haberse convertido en un terminal más de una máquina todopoderosa. Porque la actitud audiovisual es infinitamente más pasiva, menos inteligente e imaginativa, que la lectora.

¿De qué le sirven al escritor los esfuerzos que hace para escribir una novela, cosa por cierto nada fácil? A algunos afortunados les sirve para ganarse la vida. A otros, más afortunados porque no tienen que ganarse la vida con ese arte tan sublime, aunque sean unos fracasados a los ojos del mundo y hasta se mueran de hambre, la novela puede hacerlos creadores, no siempre, no a todos, pues la creación es una oportunidad que exige mucho trabajo y suerte y que aparece raras veces en la vida. Pero estos argumentos intentan racionalizar algo que no tiene explicación. Los escritores, como en general todos los artistas de verdad, parezcan buenos o malos, son y están ahí, simplemente, nada más. Como está el universo, sin que nadie sepa por qué ni pueda explicarlo. Quiero decir, no están por algo ni para algo; simplemente están y seguirán estando. Se los come por dentro una ambición, escribir la novela de la que les afloran a veces chispazos desde lo más hondo de ellos mismos. Ese es, en todo caso, su secreto.

Y a los lectores, ¿para qué les sirve leer novelas? Para divertirse, porque leer novelas no es, si se hace seriamente, sino una forma de jugar. Ahora bien, esto de jugar leyendo novelas es algo tan importante como lo es para un bebé jugar con sus cubos y sus esferas y sus muñecos antropomorfos y sus aros y sus mil cachivaches varios. El bebé aprende a relacionarse con el espacio y el tiempo, también a imaginar e investigar. Y el lector de novelas, que suele ser más joven que viejo y más mujer que hombre, aprende de lo que puede ser la vida, también de cómo somos los humanos por dentro. Jugar es, en efecto, la forma más temprana, más divertida y fructífera, de aprender. Y aprender es indispensable para el buen vivir.


Dicho todo lo anterior, ¿cómo puedo concluir estas cortas consideraciones acerca de la novela? Pues solo añadiría que el novelista necesita a su lector casi tanto como el lector necesita a su novelista. Que el arte de la novela, sus posibilidades de sobrevivir, dependerán siempre de ambos. Esta conclusión puede parecer una perogrullada, pero es importante no olvidarla, sobre todo a la hora de decidir, los que tienen el poder para hacerlo, cómo hay que educar a los jóvenes.

sábado, 27 de diciembre de 2014

REBELIÓN EN LA GRANJA (en memoria de George Orwell)


Cuando te sientes llevado, como cualquier otro ciudadano de nuestro tiempo, por fuerzas que no tienen nada que ver contigo y que te parecen incontrolables,

Cuando al dirigir tu mirada hacia el futuro del mundo solo vez una enorme interrogación y oyes una voz en off que entre carcajadas parece decir: “el futuro, ¿qué es eso?”

Y cuando, junto a estas incertidumbres esenciales, verificas que a pesar de todas las amenazas prefabricadas que vuelan por todas partes como malas noticias, el mundo dispone de técnicas y recursos suficientes para que todos los que lo pueblan ahora mismo puedan vivir en paz, libres y seguros,




Entonces te das cuenta de que el Absurdo es el gas más importante de nuestra atmósfera, aunque todavía la Ciencia no lo haya descubierto y caracterizado,

Verificas el fracaso de la especie humana en hacer frente a su destino, convirtiéndolo en rumbo,

Temes que hay algo fundamental dentro de cada uno de nosotros que está enfermo,

Y finalmente comprendes que el primer animal domesticado que existe sobre la Tierra es el humano, que creyéndose racional y rey se comporta como un viejo león desdentado encerrado en la jaula oxidada de un zoo vetusto.

Sospechas que nos gusta nuestra domesticación y nos sentimos seguros y civilizados como esclavos,

Que no nos interesa averiguar quién es de verdad, más allá de todas las apariencias, el amo de la granja en cuyos corrales vivimos.


Todo lo cual te entristece porque, quién sabe, incluso podría resultar que no hubiera ningún amo, que solo existieran las rejas.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

NAVIDAD 2014

Tengo la costumbre de escribir todos los años en mi blog una entrada sobre este día, sin duda la fiesta más importante y entrañable del año. Pasaré esta noche aquí en Punta Tilduco, solo con la naturaleza, que no es poco. Serán las primeras Navidades que pasaré solo en mi vida, así lo he elegido yo, aunque esa soledad será nada más que aparente.

Hoy me he puesto el gorro de teólogo, qué osadía, y me apetece escribir sobre el significado religioso de la Navidad. No estoy ni muchísimo menos facultado para hacerlo, soy un cristiano que como muchos otros oscila entre la fe y el olvido, moviéndose en una línea de sombra, en este mundo en el que cada día te hacen más difícil creer en algo. Aun así, me vale la pena intentar profundizar en lo que la Navidad, una fiesta que se ha hecho tan convencional y consumista, significa desde un punto de vista religioso.

Empiezo afirmando mi identificación con la visión de Simone Weil acerca del acto de creación por Dios del mundo y el universo entero (está en mi entrada en este blog, “La Creación y el problema del Mal en Simone Weil”, 21 enero 2013). El Dios de los filósofos, ese Dios que era nada más que la causa primera de un mundo rabiosamente antropocéntrico, murió hace tiempo, Nietzche levantó el acta notarial de ese hecho. El Dios en el que seguimos creyendo muchos es un Dios del amor y en el amor, que crea el Universo, en el que está nuestro mundo de humanos, en un acto de amor, retirándose para dejarle un sitio. Por eso toda perspectiva sobre la acción de Dios en el mundo tiene que asumir que lo que mueve esta acción es nada más que el amor. Ese amor de Dios respeta nuestra libertad y es por eso que el Mal, junto al Bien, están presentes en este problemático mundo nuestro.

Y supuesto que la relación de Dios con el hombre está movida por el amor, y además que en este Mundo que Dios nos ha creado el Mal está presente como consecuencia indispensable de la libertad que Dios nos dio, no solo al hombre, sino al Universo entero que ha evolucionado en el azar  siguiendo sus propias leyes, supuesto como digo todo eso,

la relación del hombre con Dios será siempre una relación de salvación. Dios, a pesar de la libertad que nos ha dado, no nos deja solos. Pero como los humanos estamos inmersos en el espaciotiempo, nuestra relación con Dios se desarrolla en el tiempo y es una historia, la Historia de la Salvación.

Esta historia, como cualquier otra, se va escribiendo. Su contenido fundamental es un diálogo entre Dios y el hombre. Lo escrito hasta ahora puede dividirse, desde un punto de vista cristiano respetuoso hacia otras religiones, en tres etapas:

Primera etapa: desde la aparición del hombre hasta su expulsión del Paraíso.

Segunda etapa: desde la expulsión del Paraíso hasta el nacimiento de Cristo.

Tercera etapa: desde el nacimiento de Cristo hasta su anunciada Segunda Venida y con ella el fin de los tiempos. Lo vivido hasta ahora por los humanos de esta última etapa es la vida oculta de Jesús, su testimonio público en el que nos predica una religión basada en el amor fraterno y nos anuncia la posibilidad de una vida eterna,  su muerte en la cruz y su resurrección al tercer día como prueba de otra vida después de la muerte para todos nosotros. Desde nuestra perspectiva espaciotemporal, esta tercera etapa de la historia de la salvación está todavía escribiéndose.

Pues el día de Navidad conmemoramos precisamente la culminación de la Segunda Etapa, con el nacimiento de Cristo, el Dios hecho hombre, del vientre de una mujer judía y pobre, en el borde de un camino cuando están huyendo de un peligro de muerte.

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La Primera Etapa de esta historia está escrita en el Génesis. Transcribiré aquí y ampliaré ideas que ya he escrito en este blog (“Resurrección”, 18 agosto 2013). Dios expulsa a los primeros humanos, Adán y Eva del Paraíso porque han perdido la inocencia. Ese pecado
Expulsión del Paraiso.- Gustave Doré
original lo transmiten a toda su descendencia. Cuando yo era un niño no podía comprender que Adán, tan lejano en el tiempo, hubiera pecado en mi nombre. Ahora lo entiendo. Aquel pecado original de Adán lo era del Homo sapiens y tan inevitable como darwiniano. La evolución de los primates llevó al hombre a desarrollar un neocortex cerebral que le cambió la vida. Gracias a él era capaz de crear símbolos y conceptualizar ideas, pudo inventar el lenguaje y puso en marcha la evolución cultural. El amor, que había nacido como el que la madre siente por su hijo en los animales superiores, lo llevó la mujer, personificada en Eva, hasta sus límites y más allá. Ya no era solo el amor de la madre por su hijo, también el de la mujer amada por su amado y viceversa, y el amor a los padres, los hermanos, los miembros de la familia, el clan, la tribu. Finalmente ese amor alcanzó hasta a los que morían. Se les quería, se les lloraba y echaba de menos. Los humanos se resistían a la muerte, la consideraban inaceptable. Luchaban contra ella con dos armas: la medicina del shamán, que era técnica y terminó en ciencia, y la magia del mismo shamán, que era espiritual y terminó en religión. Los humanos rechazaban la ley del eterno retorno de la naturaleza, hecha de ciclos inacabables de estaciones y años, de vidas y generaciones, en los que la muerte no era más que un hito en un camino circular. Una ley esta que sí acataban los animales superiores. Los humanos no querían morir o querían otra vida después de la muerte, para encontrarse otra vez allí con los seres queridos. Este es, me parece a mí, el significado de esa pérdida de la inocencia que denuncia Dios en el Paraíso y que implica, inevitablemente, la expulsión inmediata de Adán y Eva. Y es original este pecado porque será el pecado de todos los humanos, incluso el mío o el de cualquier otro niño inocente, ya que lo llevamos en nuestra naturaleza de Homo sapiens, nuestro neocórtex, nuestro DNA.


La condena por este pecado original es que la mujer para con dolor un niño cuyo cerebro y por tanto su cráneo han crecido más que las posibilidades de dilatación vaginal en el parto. Y que, dadas las constricciones físicas mencionadas, necesitando este supercerebro del recién nacido mucho desarrollo postparto, la madre debe entregarse totalmente a los muchos cuidados postnatales necesarios. Y la condena del hombre es tener que ganarse el pan con el sudor de su frente porque metido en el trance de desarrollar las herramientas que necesita para sobrevivir (el fuego, la flecha, el hacha), inventa el trabajo que es inevitablemente esfuerzo doloroso.

El lenguaje religioso se diferencia mucho del que empleamos en nuestras vidas diarias para comunicarnos. No se dirige al cerebro, sino al corazón. No es técnico, sino poético. Por eso muchas veces es difícil de entender. Y el colmo del lenguaje religioso es el que emplea Dios para hablarnos a los humanos, que somos limitados y no podemos comprender ahora cosas que llegarán a pasar cuando ya hayamos muerto y que Dios, que está fuera del tiempo, quiere revelarnos. La conversación que Dios mantiene con el hombre, incluso en la más radical intimidad de éste, no va dirigida a su cerebro, sino a su corazón. Por eso el hombre necesita de la fe, que es una disposición de ánimo y una entrega incondicional, para entenderle.

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Tras la expulsión del Paraíso empieza la Segunda Etapa de la Historia de la Salvación. Pese a haber pecado, Dios le promete al hombre el perdón, la redención de su pena. Para entender cabalmente lo que quiero decir hay que tener siempre presente que estamos empleando un lenguaje religioso y que confundirlo con un lenguaje instrumental nos llevará a no entenderlo.

Todo el Antiguo Testamento, es decir, el Judaísmo, vibra durante siglos manteniendo viva la esperanza humana en la llegada del Mesías que traerá la culminación de esa promesa de redención del pecado original.

Y un día, porque tiene que ser así, porque los humanos vivimos en el tiempo, el Mesías llega, al menos eso es lo que creemos los cristianos. Y no viene como un guerrero más, ese León de Judá que vencerá definitivamente a los enemigos del pueblo judío e instaurará en el mundo la paz y la justicia con la fuerza de Dios.

No.

Llega por sorpresa como un recién nacido desvalido, hijo de una mujer judía y pobre cuando ésta va huyendo de los verdugos para salvar la vida de su niño.  

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Nacimiento de Jesús.- Gustave Doré
Esa llegada está llena de misterios y contradicciones. ¿Cómo puede nacer del vientre de una mujer virgen un niño que además es Dios e hijo de Dios? Ese es el gran escándalo, el escándalo incomprensible en términos instrumentales que celebramos hoy, día de Navidad. Para los cristianos, que aceptamos ese escándalo desde la fe, el día de Navidad es luminoso y está lleno de alegría. Un día en el que un nuevo acto de amor de Dios, envuelto en el misterio, nos introduce en la Tercera y definitiva Etapa de la historia de la salvación.

Este Jesús niño crece humilde y silencioso, y cuando se hace un hombre se proclama hijo unigénito de Dios y predica la doctrina del amor fraterno. Es considerado subversivo y ajusticiado con muerte en la cruz. Tras la muerte de Jesús tiene lugar un acontecimiento todavía más incomprensible que su nacimiento: ese hombre crucificado en el Gólgota resucita a los tres días. Y cuando lo saben resucitado los cristianos comprenden inmediatamente cuál era el significado completo de la venida de Jesús al mundo, que a pesar de que él lo proclamaba continuamente no habían llegado a entender. Con Jesús, con su nacimiento como hombre, su muerte y su resurrección, Dios nos envía el perdón definitivo del pecado original. Ese perdón no es otro que la promesa de vida eterna, es decir, de resurrección después de la muerte. Como Jesús ha resucitado, así nosotros los humanos resucitaremos también en el último día.

Esta segunda parte del mensaje de Jesús, la promesa de la Resurrección para todos
Resurrección de Jesús.- Gustave Doré
nosotros, debe unirse a la primera, el mandato del amor fraterno. Y las dos juntas componen lo que a mí me parece que es el meollo del compromiso cristiano: estamos en este mundo para consumirnos totalmente, quemar todos nuestros talentos, en el desarrollo en nuestras vidas del Sermón de la Montaña, que es el corazón de ese mandato del amor fraterno. Y después de una vida descarnada al servicio de esa promesa, podremos alcanzar la vida eterna. Este compromiso tendrá que ser llevado  humanamente, con más o menos intensidad según sean las posibilidades de cada uno, hasta un final que es a la vez un principio.

De manera que, tras intentar explicar estos misterios con la mejor voluntad, a mí me queda claro que el día de Navidad representa para los humanos el tránsito entre una etapa de espera, la Segunda, y otra de esperanza, la Tercera y definitiva. Mediado este tránsito por una mujer, María, y su niño recién nacido, Jesús. Curiosa analogía con la transición de la Primera a la Segunda Etapa, mediada por una mujer, Eva, y su amor terrenal, Adán. La mujer siempre como inspiradora o mediadora de la Historia de la Salvación. En esto, dentro del cristianismo, ha puesto el acento principalmente el catolicismo, con su devoción a la Virgen María.


Esto es  lo que soy capaz de escribir. 

Feliz Nochebuena a todos. 

lunes, 22 de diciembre de 2014

´Tímidas y ruidosas bandurrias.



La bandurria de estas fotos es una de mis vecinas que duermen en Punta Tilduco. Esas que en otras entradas de este blog ya he dicho que cuando a la caída de la tarde vuelan sobre el mar, frente al barranco donde duermen y nidifican, están poniendo de manifiesto un sentimiento maravilloso, el de la alegría de vivir, así se lo transmiten a cualquiera que como yo las observa.





Pues ayer vinieron a comer justo frente a mi cabaña, y pude fotografiarlas a placer, sí, pero detrás de un doble cristal. 







Cuando salí a la terraza para continuar mi reportaje me detectaron enseguida e iniciaron de inmediato el vuelo de huida y los graznidos de protesta. 






Cualquiera sabe lo que dirían de mí. Prefiero no averiguarlo.







 Concentré el objetivo de mi máquina en una de ellas y la seguí hasta que se adentró en el mar. 






Y cuando lo hizo apareció bajo ella un gran buque mercante, que solo podía venir de Magallanes o el Pasaje de Drake. Eso lo teñia de romanticismo.







Como muchos otros navegantes lo han hecho durante siglos en barcos más pequeños y débiles.

Venían de los mayores peligros que los océanos del mundo ofrecen o iban hacia ellos.

Magallanes y su gente, Sarmiento de Gamboa, Josua Slocum, Francis Chichester-Clark, tantos capitanes intrépidos de clipers, balleneros y foqueros, las lanchas de los chilotes que exploraban el Sur, la goleta Ancud, todo eso en la realidad. Y el Arthur Gordon Pym de Poe, los personajes de Coloane,  los marinos imaginados por gente como yo, todo eso en la ficción. Pues esa multitud de héroes conocidos o anónimos, reales o imaginarios, surcó esas aguas que la bandurria tenia debajo y yo delante de mis ojos. Diablos, me sentí un privilegiado ante tanta belleza vista o soñada.

Y empecé yo mismo a navegar con el corazón.

                                                   












domingo, 21 de diciembre de 2014

Daucones: los cazadores de insectos

Hoy tengo un mal día, uno de esos en los que piensas que todo el oro que crees tener entre tus manos no es más que arena, y que lo que calienta tu corazón no es sino la fiebre producida por un resfriado mal curado. En fin, uno de esos días en que lo ves todo negro, o peor todavía, gris, ese gris que es una mezcla inmisericorde de lo negro con lo blanco.

Mi consuelo aquí en Duhatao es el humilde esplendor de la naturaleza, que estando fuera de mí tiene la generosidad de acompañarme. Estoy descubriendo una pareja simpatiquísima de Daucones que tienen su nido muy cerca de mi ventana, aunque yo no lo veo, escondido como está entre el follaje, pero sí a los dos entrando y saliendo activamente durante toda la mañana , sin parar un instante de cazar insectos y llevarlos una vez muertos hasta la que quizá sea su numerosa prole.

No se asustan de mí y me dejan acercarme lo suficiente para obtener fotografías razonablemente claras. Compongo la entrada de hoy con las cuatro que siguen.


Las dos de arriba son dos exposiciones casi simultáneas del mismo individuo, para que se vea el ancho de su frente y cómo los dos ojos pueden mirar desahogadamente hacia delante y componer la visión estereoscópica tan útil para la caza en picado.

Las dos de abajo son escenas de un mismo individuo con un insecto verde recién cazado en el pico, donde lo mantiene unos minutos, quizá esperando a que muera antes de dárselo a sus pollos. El nido está justo entre el follaje de la foto inferior izquierda.

El Daucón  se muestra casi siempre posado en la punta de ramitas minúsculas, como la de la foto inferior derecha. Su vida es la de un estilita, que además no sabe si el día saldrá o no muy lluvioso y podrá cazar los suficiente para alimentar a sus pollos. Pero seguro que se asusta de la vida menos que yo.

"Mirad las aves del cielo... Observad los lirios del campo..."

sábado, 20 de diciembre de 2014

Batalla aérea: gaviotas contra jotes

Las cuatro fotos de la izquierda muestran de arriba abajo una de las persecuciones.
Las cuatro de la derecha otra.

Esta tarde, por encima de los roqueríos de Punta Tilduco y la Playa del Elefante, una gaviota estuvo acosando a un jote durante más de diez minutos, probablemente como consecuencia de que este último había intentado robar un huevo o un pollo del nido de aquélla.

Los jotes son carroñeros, y como la carroña no abunda tienen que pasarse todo el día volando en un intento de avistarla. Este vuelo consumiría mucha más energía de la que la carroña puede proporcionarle al jote si no fuera porque éste es un excelente planeador y se deja llevar por las corrientes ascendentes de aire frecuentes en estos barrancos con muy poco gasto energético. Además son animales delgados, con poca musculatura, hechos precisamente para planear más que batir las alas con poderosas pechugas musculadas.

Pero la vida del jote es muy dura, muchos días no hay carroña que llevarse a la boca. Entonces subsiste de la caca de los lobos, de algas muertas y de todo lo que pueda pillar. Entre esto que pueda pillar están los huevos de gaviota, tan inanimados como la carroña, y quizá hasta los pollos muy jóvenes.

Pero la gaviota sabe defenderse. Dudo que llegase a atacar al jote con su pico, pero al acosarlo y obligarlo a batir las alas para librarse del ataque lo somete, al pobre jote famélico, a un consumo extraordinario de energía que tiene que representar para él un durísimo castigo y dejarlo totalmente agotado.

Así es la vida. ¿Es cruel la naturaleza? No creo que cruel sea la palabra adecuada. Es racional. Quizá incluso mucho más racional y menos cruel que nosotros los humanos.



jueves, 18 de diciembre de 2014

Tiuques del alma

Sin miedo a lo humano, pendientes del pan, cada día un poquito más cerca, dejando ver los detalles de su belleza.



¿Es posible una alianza entre los animales llamados salvajes y los humanos llamados civilizados? Lo dudo. Pero sería posible una alianza entre todos los animales, quizá como la que según el Génesis había en el Paraíso.

La rompimos los animales humanos. Lo demuestra el cuadro siguiente, extraído de Wikipedia, donde figura la población mundial actual de humanos en el grupo de arriba, sus animales domésticos en el intermedio y algunos animales salvajes significativos en el de abajo.



miércoles, 17 de diciembre de 2014

Bandurrias y daucones





Las bandurrias que aparecen en estas fotos viven y anidan en los acantilados de la mismísima Punta Tilduco, constituidas en un grupo de 20 a 30 animales, pero comen bichejos de todo tipo en las pampas y lagunillas cercanas. Su vuelo es espectacular por la potencia que le imprimen sus grandes alas y una pechuga bien musculada, poderosa.  Salen todas las mañanas ordenadamente, en grupos de dos o tres, y vuelven por la tarde al menos una hora antes de que el Sol se ponga, hartas ya de comer. Entonces muchos días vuelan juguetonas en un va y viene colectivo, altas en el cielo, graznando chillonas para que todos sepamos que están allí. Para mí estos animales están expresando en ese momento su alegría de vivir, manifestando que en la biosfera no solo el hombre y los mamíferos superiores tienen sentimientos.

El Daucón me recuerda a San Simeón el estilita. Vive la mayor parte de su vida posado en lo más alto de ramitas pequeñas.


Allí hace todo lo que ha venido a este mundo a hacer. Canta, seguramente canciones de amor. Acecha a los pequeños insectos que vuelan o corretean ante él y los caza en breves y precisos picados. Tiene los ojos algo más separados y orientados hacia el frente que la mayoría de los pájaros, supongo yo que para mejorar su visión estereoscópica, necesaria para los vuelos de precisión que emprende.














Además cuando caza una presa se vuelve a posar en la punta de una ramita y allí la mantiene sujeta entre los dos lados de sus fuertes picos hasta que muere, eso al menos es lo que me parece a mí.

















Esta foto es una ampliación de la central en la que quizá se vea mejor el insecto cazado.





lunes, 15 de diciembre de 2014

El siglo XXI, un cambio de época (4). Internet o el fin de la historia.

En 1992 Francis Fukuyama, un brillante académico nipoamericano, publicó "El fin de la historia", un libro polémico cuya tesis era que tras la caída del comunismo, consecuencia y causa del triunfo del capitalismo neoliberal, éste sería el que gobernaría en adelante el mundo, acabándose por tanto todos los grandes conflictos politicomilitares que habían venido marcando, desde siempre, el acontecer histórico. Pregonaba Fukuyama, por lo tanto, una pax neocon para siempre jamás.

Fukuyama se equivocó, hasta el punto que después ha abjurado de su fe en el capitalismo neoliberal y defiende otras causas. Pero en el fondo, muy en el fondo de sus tesis, quizá diera en el clavo.

Digo todo esto porque hoy me ha cristalizado en visión lo que yo, como muchísimos otros ciudadanos, vengo rumiando desde hace tiempo: un mundo tan extensa e intensamente comunicado por Internet como ya lo está, más todavía como va a estarlo en el próximo futuro, irreconocible como llegará a serlo desde este punto de vista comunicativo nada más que dentro de treinta años, ese mundo que llega con el cambio de época,


no necesitará a los políticos ni tampoco a buena parte de los aparatos de los estados modernos para funcionar.

Además, en un mundo así, tan intensamente comunicado y con la posibilidad de reaccionar con decisiones casi inmediatas y acciones rapidísimas a los acontecimientos que así lo precisen,

no serán necesarias las fronteras, no solo las físicas, sino tampoco las políticas, fiscales y económicas, entre los diferentes estados, y si no son necesarias esas fronteras, los estados, que no las naciones, podrán desaparecer.

De hecho, para las actividades financieras y comerciales, donde la globalización ha sido casi completa, estas fronteras, en buena parte, ya han desaparecido.

Por supuesto que yo, aunque en estos asuntos sea un perfecto don Nadie, no quiero caer en declaraciones utópicas, que no sirven para nada. Lo que quiero poner de manifiesto es que: 

1).- un mundo completamente unido es ya técnicamente posible.

2).- la mayoría de los pueblos del mundo están culturalmente preparados para aceptar dicha unión.

3).- estando los mayores obstáculos para conseguirla en los aparatos de los diferentes estados y en el resto de los poderes fácticos, es decir, en los que hoy día mandan en el mundo y tienen algo o mucho que perder con el cambio. Como siempre ha sido, por supuesto con toda lógica, porque estos aparatos también tienen la responsabilidad de que las cosas no se desmoñen irreversiblemente.

Yo creo que la solución de los problemas del mundo, y quiero significar que son los problemas que van a afectar de lleno a todos nuestros nietos, tiene que ir por este camino.

Naturalmente, estas cosas no pueden resolverse de un golpe de buena voluntad, tampoco mediante una revolución. Deberá ser un proceso progresivo, en el que las diferentes grandes áreas del mundo se conformen como confederaciones de estados, que ya van existiendo en muchas. Y en el que la gobernación de los estados se caracterice por una transparencia creciente, que vaya eliminando la corrupción y los abusos.

Termino ya. Yo creo que hoy, en la política del largo plazo, solo puede haber un objetivo compartido por todos los pueblos del mundo:

vivir de verdad en un solo mundo, cuyos habitantes humanos no sobrepasen los tres mil millones (algo menos de la mitad de los actuales) donde toda la biosfera, no solo los humanos, pueda aspirar a la erradicación total del sufrimiento.

Y creo que eso es ya técnicamente posible, sin necesidad de que haya víctimas, ni siquiera gente que salga claramente perjudicada de este proceso.

Siendo pues un asunto técnicamente posible, la gran batalla pendiente es una batalla cultural. Ganarla o perderla está en manos de los que hoy son todavía jóvenes. A mí me parece que ellos lo tienen claro, solo tienen que ponerse en marcha, pacíficamente, coordinados, con optimismo y tesón.

¿Necesitan un Marx que sea capaz de encuadrarlos ideológicamente? Yo creo que no, que lo que necesitan son unos cuantos o muchos o muchísimos Ghandis y la noviolencia como arma letal. O quién sabe, quizá la Segunda Venida. Cosas así.


domingo, 14 de diciembre de 2014

De traucos, vientos y nieblas

Mi amigo campesino y yo hemos iniciado las faenas para asar un cordero. Quiero decir que él las ha iniciado y yo procuro ayudar lo más y estorbar lo menos posible. Ya ha dispuesto todo lo necesario, ha encendido el carbón y ha ensartado el cordero simétricamente, dividido en seis grandes trozos, espaldas en el centro, luego las piernas y finalmente los costillares, en la larga barra de asar, a la que mi amigo ha empezado a dar vueltas. Yo voy por dos cervezas y allí nos vemos sentados frente a las brasas en una tarde fría de viento Sur, resguardados por la sombra eólica que la cabaña nos da. Se está bien allí, al calorcito del fuego, y además el entorno es el adecuado para la reflexión.

Le pregunto a mí amigo si cree en el Trauco, la Pincoya y esas criaturas mitológicas de Chiloé. Lo hago de sopetón porque tengo confianza con él. Piensa un momento en lo que va a decir.

“En la Pincoya no creo, nunca la he visto”, me dice, “pero en el Trauco sí”. Y me explica por qué.

Hace bastantes años, eran tres compañeros muy jóvenes, trabajaban en un campo todavía muy lejano y solitario, entre Copiamó y Puchilcán, al Sur de Ancud. En un descanso fueron a pescar a un río cercano, la orilla frente a ellos era bosque cerrado. Echaron sus sedales y esperando estaban cuando de pronto las frondas del bosque que tenían delante empezaron a agitarse como si se hubiera formado un pequeño remolino que iba creciendo más y más. La agitación llegó a ser muy violenta y empezó a desplazarse hacia la derecha, siempre por la orilla de enfrente y desde dentro del bosque, como si algo muy poderoso estuviera caminando por allí. Y hacia la derecha se perdió, no sin que antes un grupo de cuatro o cinco queltehues echara a volar chillando desde la dirección en que la extraña ventolera había desaparecido.

Aquel viento inexplicable y tan local en un día tranquilo solo podía haberlo producido una criatura no humana, que para mi amigo y sus compañeros tenía que ser el Trauco, es decir, el espíritu del bosque. De aquí que él crea en su existencia.

La historia es interesante. No cabe duda de que algo de naturaleza desconocida, no humana, se movió en el bosque aquel día. Lo vieron tres personas y mi amigo no es hombre de engaños ni bromas. La adscripción al Trauco de esos movimientos ya es más gratuita, pero si no se hace el fenómeno queda totalmente sin explicar.

Digamos entonces que, en términos más generales, la creencia en un espíritu del bosque es como mínimo un mecanismo para encontrarle una causa a fenómenos totalmente inexplicables con los conocimientos del momento.

Una descripción parecida me hizo la hermana de mi amigo Nelson Ampuero en otra entrada de este blog (“Un trauco emerge del bosque”, 6 junio 2013). Aquí la extraña ventolera se forma en el momento que el Trauco vuelve a entrar en el bosque.

Se puede concluir que en el interior de los grandes bosques de Chiloé  pueden darse fenómenos para las cuales, dadas sus dimensiones muy localizadas, los científicos no hayan encontrado todavía ninguna explicación. Y lo que alguien con espíritu científico no puede afirmar es que los científicos vayan a encontrarle siempre una explicación a los fenómenos de los que son testigos los campesinos que frecuentan el bosque. Es decir, el bosque, como muchos otros ecosistemas lejanos y mal conocidos es un ámbito de misterio al que, como hacen esos campesinos, debemos tratar con respeto.

Como contraposición a lo escrito, contaré algo que asustó a una científica y que sin embargo me parece a mí que sí tiene una explicación científica. Ocurrió en Chiloé, a varios cientos de metros de donde yo vivo. Una bióloga marina norteamericana pasa unos días de visita en una estación experimental de estudio de las ballenas azules. Es fumadora empedernida, así que una noche, nada más cenar, sale con otra compañera fuera de la cabaña donde estos científicos residen para fumarse un cigarrillo. Oscuridad casi absoluta iluminada por una débil Luna. De pronto, una sombra gris se hace visible junto a ella, le da una pasada rapidísima por delante y desaparece en la noche. El susto es grande, y para aquellas científicas el fenómeno no tiene explicación. Como no creen en los fantasmas no se lo adscriben a estos, pero ahí queda el misterio.

El caso es que a mí me han pasado cosas parecidas en la terraza de mi cabaña, y puedo asegurar que el respingo que pega uno ante la aparición del fantasma es bien grande. Pero tengo una explicación científica:

1).- La costa lo es de barrancos muy altos (unos 100 ms) y abruptos, con cañones irregulares que inducen turbulencias en el viento que procede del mar.

2).- La humedad ambiental es muy alta, muchas noches se forman nieblas espesas y casi siempre esa humedad/temperatura está muy cerca del límite en que el aire saturado de agua condensa en niebla.

3).- Puede suceder que una ráfaga veloz de viento llegue a un punto más frío o se encuentre con otra ráfaga más fría y se forme instantáneamente una condensación del tamaño de un fantasma (más o menos el humano) que pase veloz de largo llevada por el viento.

El problema es que este fenómeno, tal como lo siente el que lo vive, es muy difícil de reproducir experimentalmente. Una hipótesis científica razonable, como la que yo hago, puede dar una explicación. Pero no es más que eso, una hipótesis.

¿Y si además existen de verdad los fantasmas?


Ahí lo dejo.

Una vista desde la terraza de mi cabaña, aunque de día. El viento marino del SW, al ascender por el barranco de Pumillahue, condensa en niebla.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Escuchar el silencio

He llorado de frío una vez en mi vida. Fue en 1981 y en el borde del Sahara, viajando en la caja de un enorme camión de transporte de mineral de Uranio entre Agadez, una ciudad todavía sahariana y Niamey, la capital de la República del Níger. Parte del viaje se hizo de día, parte de noche, siempre por un camino infernal, en el que aquella caja de camión botaba y rebotaba y nosotros con ella, conducida por un chofer que desconocía absolutamente la piedad. Íbamos allí tres españoles con un joven tuareg, que se bajó en ninguna parte donde también se subieron tres campesinos songhay con un enorme chivo, al que tuvieron que amarrar a los dos costados de la caja de aquel camión para que no se destrozara.
Cuando se hizo de noche el viento que hacía el camión a la velocidad endiablada a que lo llevaba su diabólico chófer metía en aquella caja un aire revuelto e implacablemente frío que nos calaba y nos calaba y nos calaba hasta que nos llegó a los mismísimos huesos. Ya no había donde refugiar la dignidad. Invadido por el frío, yo me harté de llorar, sin que ninguno de mis compañeros se enterara. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Dar cabezazos de desesperación contra los hierros de aquella caja? No. Llorar fue poner en marcha una emoción que me consolaba, y así soporté el viaje.


Sirva todo esto para poner de manifiesto la diferencia que hay entre una sensación, el frío, y un sentimiento, el llanto desesperado.



Si en lo térmico la sensación mas penosa que uno puede tener, al menos en mi experiencia , es el frío, en lo sónico es el silencio. Es tan terrible, da tanto miedo a unos humanos que somos animales sociales, como la oscuridad en lo óptico.Una prueba de ello es el papel que juega la televisión entre muchos ciudadanos. Está permanentemente encendida en muchos hogares, sin que nadie la vea ni la escuche, como puede estar encendida una estufa. Simplemente para armar un ruido que rompa el horripilante silencio.

Por supuesto que el silencio tiene, como el frío o la oscuridad, las dos caras de Heráclito. Lo mismo que hay un silencio que aterroriza hay otro que tranquiliza, pacificando el ánimo.


En el caso del silencio, no en el del frío, hay además un misterioso factor selectivo. Más allá del silencio existe una multitud de silencios específicos que somos capaces de diferenciar y detectar.Imaginaros que si vivís en el campo amanece un día en el que no cantan los pájaros o no ruge el mar o no murmulla el viento. Enseguida lo notamos, es decir, notamos la falta del sonido amado.



Pues lo mismo pasa en el mundo de los afectos, de las personas que queremos.  Si nos faltan, y porque las queríamos,  seguimos escuchando su silencio.



Ese es el sentimiento que tengo yo hoy. No solamente hoy, todos los días, pero mis hijos me han recordado que hoy sería el cumpleaños de Margarita. Yo nunca he sido capaz de recordar los cumpleaños. Pero hoy, lo mismo que ayer y que mañana, escucho el silencio de aquella Margarita con la que hablaba todos los días estuviera donde estuviese.



Y ser capaz de seguir escuchando su silencio, de alguna forma extraña pero que me parece fácil de entender, sigue dándome su compañía.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Para los amantes de las gaviotas

Esta tarde me di un paseo hasta la colonia de gaviotas. Soplaba un Sur fresco, pero cerca ya de la puesta del Sol la luz era hermosísima. Saqué muchas fotos de gaviotas y selecciono aquí algunas para sus amantes, que son muchos y todos románticos.  También incluyo otras huellas de Chiloé.

No hay ave por aquí que vuele con la elegancia de la gaviota. Ni que lo haga tan bien
en todas las variantes del vuelo, contra todos los vientos, en cualquier circunstancia.
Para mí más que volar navega en el viento. Tiene toda la belleza de un barco de vela.


En cualquier posición de vuelo, ante cualquier viento, planee o aletee con fuerza o ciña
ese viento como un velero, el equilibrio de la gaviota es técnicamente perfecto y además bello.

Esta gaviota parece que va volando en formación con los cuatro cormoranes de abajo,
como en una parada militar los aviones de combate. Pero su agrupamiento es casual.
Sin embargo, aquí se ve bien lo distintos que son sus vuelos. El cormorán carece de
imaginación volando. La gaviota es puro arte. Ahora bien, la gracia del
cormorán está en la zambullida y el buceo.



Dos representantes esenciales de Chiloé, el buey joven y el bosque joven o renoval.
En el buey joven impresiona la fortaleza de su cuello y sus hombros; entristece un poco su mirada mansa, pero así es la vida.
En el renoval impresiona el vigor de su crecimiento. No hay bosques en el mundo que crezcan más deprisa que los de Chiloé, por la conjunción de temperatura, humedad y luz, tan favorable aquí para el crecimiento de los árboles. El renoval muestra la alegría vigorosa de un niño; el bosque viejo o nativo es otra cosa, impresiona por su grandeza, que hay que apreciarla desde dentro.

Y para terminar una vista romántica, de esas que hay que contemplar con un buen chaleco que te proteja del viento del Sur y cogido de la mano con el amor de tu vida. La isla de Metalqui al fondo, donde pronto empezarán a acudir los lobos para su fiesta anual. Pero sobre todo, el mar frío y la línea de nubes iluminadas por el Sol. En medio de la foto un peñasco al que llaman la Torta y que tiene la altura de una casa de tres pisos.
























miércoles, 10 de diciembre de 2014

MISERICORDIA



Complicada que es la vida.

Te ponías todas las mañanas ante el espejo del cuarto de baño y ya creías, porque eras capaz de sostener tu mirada sin avergonzarte, que eras una buena persona, un justo, como decían los Evangelios que leías de niño. Cuando lo que pasaba en realidad era que te habías acostumbrado a verte, que tanto te habías mirado que ya no reparabas en tu fealdad espiritual.

El día en que simplemente empiezas a sospechar, por los datos que te llegan, que no eres tan bueno como creías, o lo que es lo mismo, que eres peor de lo que pensabas, es un día triste y desconcertante para ti. Te preguntas sin querer darte cuenta de que lo estás haciendo, ¿cómo puedo reparar el daño hecho, recuperar el tiempo perdido? Y tampoco quieres darte cuenta de que eso es ya imposible.

Entonces intentas disimular, lavarte los dientes a ciegas, mirar para otro lado. Pero por mucho que lo intentes, ¿cómo puedes evitarte cuando te despiertas de madrugada y no tienes, en esa oscuridad perfecta, donde esconderte de ti?


Y vislumbras que como a tantos otros quizá te esté llegando el momento en que ya no te corresponda pedir perdón, sino misericordia.

Por cierto que yo entiendo por Misericordia lo que te concede el ofendido, que puede ser Dios, cuando tú ya no sabes o no puedes pedirle Perdón. El Perdón exige para concederse ser solicitado. La Misericordia es el mismo proceso en dirección opuesta.

Y curioso que de las tres religiones abrahámicas, que comparten el mismo Dios, el judío es el de la Luz y la Justicia, el cristiano en del Amor y la Compasión, y el musulmán el de la Misericordia y la Clemencia. Todas las suras del Corán empiezan por el mismo bismillah:”En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso”.


Pues eso empiezo yo a pedir ya a todos los que he ofendido: misericordia.