Las cuatro fotos de la izquierda muestran de arriba abajo una de las persecuciones. Las cuatro de la derecha otra. |
Esta tarde, por encima de los roqueríos de Punta Tilduco y la Playa del Elefante, una gaviota estuvo acosando a un jote durante más de diez minutos, probablemente como consecuencia de que este último había intentado robar un huevo o un pollo del nido de aquélla.
Los jotes son carroñeros, y como la carroña no abunda tienen que pasarse todo el día volando en un intento de avistarla. Este vuelo consumiría mucha más energía de la que la carroña puede proporcionarle al jote si no fuera porque éste es un excelente planeador y se deja llevar por las corrientes ascendentes de aire frecuentes en estos barrancos con muy poco gasto energético. Además son animales delgados, con poca musculatura, hechos precisamente para planear más que batir las alas con poderosas pechugas musculadas.
Pero la vida del jote es muy dura, muchos días no hay carroña que llevarse a la boca. Entonces subsiste de la caca de los lobos, de algas muertas y de todo lo que pueda pillar. Entre esto que pueda pillar están los huevos de gaviota, tan inanimados como la carroña, y quizá hasta los pollos muy jóvenes.
Pero la gaviota sabe defenderse. Dudo que llegase a atacar al jote con su pico, pero al acosarlo y obligarlo a batir las alas para librarse del ataque lo somete, al pobre jote famélico, a un consumo extraordinario de energía que tiene que representar para él un durísimo castigo y dejarlo totalmente agotado.
Así es la vida. ¿Es cruel la naturaleza? No creo que cruel sea la palabra adecuada. Es racional. Quizá incluso mucho más racional y menos cruel que nosotros los humanos.
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