Algo lejano y hondo me pide hoy escribir sobre este
tema, y no porque yo esté precisamente alegre, pero si estoy sereno, que es el
prólogo necesario, la puerta de entrada única a la alegría.
¿Qué es la alegría? ¿En qué se diferencia de la
felicidad? ¿Cómo se pone de manifiesto? Cuando te planteas preguntas así te das
inmediatamente cuenta de la paradoja que se oculta tras la alegría. Porque
entendiendo todo el mundo lo que es, resulta casi imposible articular este
entendimiento en expresiones concretas, en descripciones precisas.
Lo que en principio está claro para mí es que la
alegría no es una emoción, como la risa o el llanto, sino un estado de ánimo. También
está claro que la alegría está emparentada con la felicidad.
He buscado entre los pintores alguna expresión
clara de lo que yo entiendo por alegría, y me ha sido dificilísimo encontrarla.
Dos suavísimas sonrisas de mujer representan razonablemente bien ese estado de
ánimo alegre. Las dos las pintó un genio. Leonardo da Vinci, y son la Gioconda
y la Dama del Armiño. Represento a continuación fragmentos de las dos obras
concentrados en los rostros:
Los detalles de las dos pinturas son sutilísimos.
En ambas hay serenidad y alegría, sí, exactamente eso, alegría en la mirada, un
esbozo finísimo de sonrisa en las mejillas que en cualquier momento podría
transformarse en una risa abierta, siempre dulce y serena, y unos labios
cerrados pero levemente curvados hacia arriba, también ellos esbozando una
sonrisa.
He buscado también entre los poetas. Antonio
Machado, casi siempre tan profundo, define la alegría con un poemita que me
pareció decepcionante:
La alegría?
Consiste en tener salud
Y la mollera vacía
Aun aceptando que una
buena salud es condición importante para librarlo a uno de la melancolía, que
es antitética con la alegría.
En la Oda a la Alegría
de Pablo Neruda encontré algunas estrofas que utilizan la comparación para
describir algo tan abstracto y hondo como la alegría, cuando dice de ella,
Como la
tierra eres necesaria.
Como el fuego sustentas los hogares.
Como el pan eres pura.
Como el agua de un río eres sonora.
Como una abeja repartes miel volando
Como el fuego sustentas los hogares.
Como el pan eres pura.
Como el agua de un río eres sonora.
Como una abeja repartes miel volando
Y poco más he encontrado, aunque mi búsqueda no ha sido
exhaustiva, no intento hacer una antología de la alegría.
Dándole vueltas al asunto, he llegado a la conclusión de que
la dificultad de definir o describir a la alegría procede de que es un complejo
de causas. Un estado de ánimo alegre requiere:
- Serenidad. Equivalente a paz interior. Resultante de que uno no tiene cuentas
graves pendientes con uno mismo ni con los demás. Que tampoco se siente
amenazado por riesgos inminentes.
- Receptividad. Animo abierto y sensible. Listo para recibir todo lo bueno
que pueda llegarle de fuera. Inocencia moderada por la prudencia. Disposición a
aceptar las sorpresas y convertirlas en sonrisas y risas.
- Curiosidad. Capacidad de asombro. Espíritu de búsqueda de todo eso bueno que uno
sabe que está en los demás y en el resto del mundo. Entusiasmo moderado por el
sentido común.
- Confianza. Fe en la vida, en los demás, en el mundo y si es posible, por encima
de todo, en Dios.
En la medida en que estos cuatro vectores del ánimo se dan juntos en
mayor o menor proporción, pero de forma equilibrada, uno está en condiciones de
mantener un estado de ánimo alegre.
Tan complicado!... Empleando una analogía física, la alegría es como un
campo de fuerzas, como el magnetismo o la gravitación. Al igual que estos campo
de fuerzas físicos, se mantiene indetectable hasta que llega un móvil capaz de
poner de manifiesto sus propiedades. En el caso de la alegría, ese móvil
sensible a sus fuerzas eres tú.
Tú caminas por el mundo con ese campo de fuerzas de tu alegría dentro de
ti. Y si eso es así, de vez en cuando puede saltar, entre los polos de ese
campo de fuerzas una chispa, un arco luminoso, de felicidad.
La felicidad es, lo repito, ese chispazo que salta inesperadamente en tu oculto campo de fuerzas de la alegría, esa emoción que sin que tú lo esperaras
te recorre el cuerpo y el alma como un calambre y te hace eso, feliz.
La felicidad no puede ponerse de manifiesto sino en la alegría.
Aquí me quedo.
2 comentarios:
Ha estado muy atinado (la primavera austral debe ayudar).
Salud!
Gracias Jordi amigo,
La primavera austral ayuda, aunque todavía no han llegado aquí las ballenas azules para recordarnos aquello tan profundo y olvidado, tan arcaico y bello, del eterno retorno.
Pero llegarán, eso seguro. Ojalá lo hagan antes de que yo me vaya.
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