jueves, 4 de diciembre de 2014

La alegría

Algo lejano y hondo me pide hoy escribir sobre este tema, y no porque yo esté precisamente alegre, pero si estoy sereno, que es el prólogo necesario, la puerta de entrada única a la alegría.

¿Qué es la alegría? ¿En qué se diferencia de la felicidad? ¿Cómo se pone de manifiesto? Cuando te planteas preguntas así te das inmediatamente cuenta de la paradoja que se oculta tras la alegría. Porque entendiendo todo el mundo lo que es, resulta casi imposible articular este entendimiento en expresiones concretas, en descripciones precisas.

Lo que en principio está claro para mí es que la alegría no es una emoción, como la risa o el llanto, sino un estado de ánimo. También está claro que la alegría está emparentada con la felicidad.

He buscado entre los pintores alguna expresión clara de lo que yo entiendo por alegría, y me ha sido dificilísimo encontrarla. Dos suavísimas sonrisas de mujer representan razonablemente bien ese estado de ánimo alegre. Las dos las pintó un genio. Leonardo da Vinci, y son la Gioconda y la Dama del Armiño. Represento a continuación fragmentos de las dos obras concentrados en los rostros:

Los detalles de las dos pinturas son sutilísimos. En ambas hay serenidad y alegría, sí, exactamente eso, alegría en la mirada, un esbozo finísimo de sonrisa en las mejillas que en cualquier momento podría transformarse en una risa abierta, siempre dulce y serena, y unos labios cerrados pero levemente curvados hacia arriba, también ellos esbozando una sonrisa.

He buscado también entre los poetas. Antonio Machado, casi siempre tan profundo, define la alegría con un poemita que me pareció decepcionante:
La alegría?
Consiste en tener salud
Y la mollera vacía

Aun aceptando que una buena salud es condición importante para librarlo a uno de la melancolía, que es antitética con la alegría.

En la Oda a la Alegría de Pablo Neruda encontré algunas estrofas que utilizan la comparación para describir algo tan abstracto y hondo como la alegría, cuando dice de ella,
Como la tierra eres necesaria.
Como el fuego sustentas los hogares.
Como el pan eres pura.
Como el agua de un río eres sonora.
Como una abeja repartes miel volando

Y poco más he encontrado, aunque mi búsqueda no ha sido exhaustiva, no intento hacer una antología de la alegría.

Dándole vueltas al asunto, he llegado a la conclusión de que la dificultad de definir o describir a la alegría procede de que es un complejo de causas. Un estado de ánimo alegre requiere:
-       Serenidad. Equivalente a paz interior. Resultante de que uno no tiene cuentas graves pendientes con uno mismo ni con los demás. Que tampoco se siente amenazado por riesgos inminentes.
-       Receptividad. Animo abierto y sensible. Listo para recibir todo lo bueno que pueda llegarle de fuera. Inocencia moderada por la prudencia. Disposición a aceptar las sorpresas y convertirlas en sonrisas y risas.
-       Curiosidad. Capacidad de asombro. Espíritu de búsqueda de todo eso bueno que uno sabe que está en los demás y en el resto del mundo. Entusiasmo moderado por el sentido común.
-       Confianza. Fe en la vida, en los demás, en el mundo y si es posible, por encima de todo, en Dios.

En la medida en que estos cuatro vectores del ánimo se dan juntos en mayor o menor proporción, pero de forma equilibrada, uno está en condiciones de mantener un estado de ánimo alegre.

Tan complicado!... Empleando una analogía física, la alegría es como un campo de fuerzas, como el magnetismo o la gravitación. Al igual que estos campo de fuerzas físicos, se mantiene indetectable hasta que llega un móvil capaz de poner de manifiesto sus propiedades. En el caso de la alegría, ese móvil sensible a sus fuerzas eres tú.

Tú caminas por el mundo con ese campo de fuerzas de tu alegría dentro de ti. Y si eso es así, de vez en cuando puede saltar, entre los polos de ese campo de fuerzas una chispa, un arco luminoso, de felicidad.

La felicidad es, lo repito, ese chispazo que salta inesperadamente en tu oculto campo de fuerzas de la alegría, esa emoción que sin que tú lo esperaras te recorre el cuerpo y el alma como un calambre y te hace eso, feliz.

La felicidad no puede ponerse de manifiesto sino en la alegría.

Aquí me quedo.


2 comentarios:

Jordi dijo...

Ha estado muy atinado (la primavera austral debe ayudar).
Salud!

olo dijo...

Gracias Jordi amigo,

La primavera austral ayuda, aunque todavía no han llegado aquí las ballenas azules para recordarnos aquello tan profundo y olvidado, tan arcaico y bello, del eterno retorno.

Pero llegarán, eso seguro. Ojalá lo hagan antes de que yo me vaya.