sábado, 27 de abril de 2013

Amor y gravitación


Las personas, como las masas en el espacio, se atraen. El amor desinteresado o platónico es la forma más perfecta, la culminación, de la atracción interpersonal. Y tiene muchas analogías con la gravitación que se tienen los astros.

Veamos el caso de Luna y Tierra. La Luna gira alrededor de la Tierra (Fig.1) y ésta alrededor del Sol. Pero si no existiera el Sol como un marco de referencia externo, Luna y Tierra podrían creer que una gira alrededor de la otra o que las dos giran en círculo alrededor de un centro común (Fig.2).
Eso es lo que pasa en el amor más inmaterial entre dos personas. Una se siente girar alrededor de la otra y siente a la vez que la otra gira alrededor de ella, como si bailaran un extraño baile. Forman juntas como los dos extremos de una extraña pesa que navegara solitaria no por el espacio, sino por el tiempo, a la vez dando vueltas sobre sí misma.



Esta atracción en estado puro del amor platónico es, al igual que la gravitación universal, indestructible e inagotable, porque no es una fuerza, sino la manifestación en las dos personas que se aman de un campo de fuerzas omnipresente, el del amor universal.

El origen y la naturaleza de este campo de amor son misteriosos, al igual que lo son los de la gravitación. Quizá haya sido el mismo Dios quien haya puesto a uno y otro en mitad del espaciotiempo, puede que para que esos dos campos le den consistencia, duración, a nuestro universo.

Sea como sea, ese giro de los dos enamorados uno alrededor del otro  puede verse como el resultado de un equilibrio entre una fuerza centrípeta, que los atrae al uno sobre el otro, y otra fuerza centrífuga, que tiende a separarlos. Si se mantienen en este giro enamorado es gracias a ese equilibrio, que hace posible que sin perder ninguno de los dos su libertad, que es su identidad, mantengan su interdependencia. Un amor tan inmaterial, tan platónico como el que estoy describiendo, puede sin embargo morir como resultado de dos tipos de catástrofe bien distintos.

a).- Por implosión. Los dos enamorados se precipitan uno sobre el otro (puede la fuerza centrípeta). Resulta una colisión en la que se pierde la distancia necesaria para que el amor desinteresado (el giro enamorado) persista como tal.

b).- Por explosión. Uno u otro de los dos enamorados se encuentra en su camino por el tiempo con otros focos de atracción que tiran de él (puede la fuerza centrífuga). Resulta una separación en la que la distancia se hace demasiado grande para que el amor persista. Solo queda un rastro, un recuerdo.

En cualquier caso y dicho todo lo anterior, me quedo con una idea: el amor platónico entre dos personas es una materialización de ese misterioso amor universal que, como un campo invisible de fuerzas, lo empapa  todo, siempre listo para manifestarse como la chispa capaz de enlazar a dos seres distintos en un mismo destino.

Nada menos que eso.


P.S.

Pensándolo más a fondo, quién sabe, quizá el amor y la gravitación no sean sino la expresión a distintos niveles de complejidad de un único y misterioso campo de fuerzas, ése que le da estructura y destino al universo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hace un tiempo vengo pensando en la relación entre la atracción entre las personas y la gravedad. Concuerdo contigo y creo que es una misma fuerza a distintos niveles.

Eso es lo que encuentro interesante de la física, puede ser aplicado en muchos escenarios.

Las teorías aplicadas tanto para los astros en el cielo, como para relaciones interpersonales y hasta niveles atómicos.

Quizás al estudiarnos logremos entender nuestro universo.

Saludos.