lunes, 21 de febrero de 2011

No solo se vive de pan

El pan es una bendición, no solo para los humanos y su caterva animal, también para los animales salvajes.

Yo he hecho un pacto con mis vecinos tiuques (pequeños falcónidos parecidos a  los aguilillos españoles). Todas las mañanas, cuando está amaneciendo, y todas las tardes cuando ya anochece, les pongo tres pedacitos de pan en mi terraza, que ellos se comen. Ellos son una pareja de tiuques y quizá alguno de los pollos que hayan criado este año. En las relaciones entre humanos y animales, la rutina es una base importante para la consolidación de la amistad posible. La nuestra avanza. Por las mañanas, si no salgo enseguida con el pan, mis tiuques revolotean ya por la ventana de mi estudio, llegando casi a rozarla con las alas. Luego cantan, como lo hacen los tiuques, sin mucha armonía pero dejando claro que están ahí. Y fiel a nuestro pacto, en cuanto cantan yo salgo con el pan si me he retrasado, tan deprisa que un día voy a caerme por las escaleras. Nuestro lenguaje común es el de la relación estímulo/respuesta, el que descubrió el gran Pavlov. A él me atengo.

Pero la naturaleza es un complicado coro en el que todas las criaturas juegan su papel. Muchos días los tiuques se dejan atrás algún trocito de pan o cortecilla, y entonces surge rauda una Cometocino que debe vivir enfrente de mi terraza, muy cerca (los cometocinos son una suerte de gorriones multicolores que abundan en Chiloé y visten como los príncipes de los cuentos). Esta hembrita, y pienso que es una y la misma  porque siempre viene sola y se esconde siempre cuando hay alarma en los mismos matorrales próximos, salta con gracia a las tablas de mi terraza y mordisquea el trocito de pan con glotonería. Tiene esos movimientos rápidos y sincopados propios de los pájaros pequeños. ¿Cuál será su pulso, Dios mío, cuál su intensidad metabólica? Comprendo que siempre  tenga hambre.

Ella también se asusta cada día un poco menos de mí. Anteayer me permitió hacerle unas fotos mientras estaba liada con su desayuno. Las publico hoy, en homenaje a su belleza y a su gracia. Por el aspecto de sus pies no debe ser muy joven. Mamá cometocino llega, mira, avanza a saltitos, da bocados al pan con su fuerte pico polivalente, mira alrededor, salta otra vez, aletea de vez en cuando quizá mostrando su satisfacción.

Vive en definitiva, más o menos como lo hacen los tiuques y  como lo hago yo.

P.S.(28feb2011) Debo hacer notar que el aleteo que se ve en las instantáneas nº 4 y 9 es prácticamente indetectable en un vídeo o en la observación directa, por su extraordinaria rapidez. Un pajarillo como el cometocino ejecuta continuamente un sinfín de movimientos que no llegamos a detectar visualmente, aunque sean amplios, por su rapidísimo hacerse y deshacerse. Los percibimos como una suerte de temblor nervioso que recorre continuamente al animal desde el pico a la punta de la cola. Moraleja: en animales muy rápidos, las fotos instantáneas pueden ayudarnos a comprender mejor su realidad que los vídeos.

2 comentarios:

Mercedes Conde dijo...

muy bonitas las fotos de los pajaritos... las hiciste con la camara nueva?

olo dijo...

Sí, con el control puesto en fotos de movimiento. Hay dos fotos en las
que se ve a la cometocino aleteando. En visión real esto no se veía,
de rápido que lo hacía. Tampoco se habría visto en un video. Concluyo
que la fotografía puede revelar la verdad cuando la vista es incapaz
de hacerlo.