Algunas veces veo a Chiloé y mi presencia aquí como español desde una perspectiva histórica. Aunque como persona no me considero responsable de lo que pudo pasarle a las culturas amerindias prehispánicas como consecuencia de la conquista, si me siento español y quiero seguir sintiéndome así, tengo que asumir las posibles responsabilidades históricas de España.
Conocí a un fiscal de la iglesia católica en Queilen, al Sur de la isla grande de Chiloé, que me dijo que la lengua williche estaba en las puertas de su extinción total, que solo la hablaban ya dos o tres ancianos.Esto es bien triste. Siendo él amerindio y sabiendo que yo era español, me lo dijo sin ningún rencor. Y es fácil ver en Chiloé una gradación de rasgos raciales casi continua, desde el amerindio más puro hasta el europeo más arquetípico. De manera que el mestizaje ha sido aquí intenso y fecundo ; esto, después de la desgracia inicial, ha sido una gloria compartida por todos o casi todos los hispanoamericanos, porque entre todos crearon esa “raza cósmica” que nombró el mexicano Vasconcelos, de la que pueden sentirse orgullosos.
Pese a ello, creo que la irrupción de los españoles en Amerindia fue una tragedia histórica, una colisión casi tectónica que generó mucho sufrimiento entre los sometidos. La propia España y Europa han sido víctimas de este tipo de tragedias desde que el tiempo es tiempo. España, entonces Iberia, fue violentamente conquistada e intensamente romanizada por los romanos, hasta el punto de que llegó a darle a Roma dos emperadores. Luego, a la Hispania romana la machacaron los bárbaros, y a la España visigoda la machacaron a su vez los árabes, que crearon una espléndida cultura hispanoárabe,Al Andalus, que trajo a Europa la sabiduría de la antigüedad, en una arabización que persistió en España durante siete siglos. De manera que la historia europea es tanto o más violenta y trágica que la americana, llena de luces y sombras como ésta. Siempre ha sido así y posiblemente lo seguirá siendo, esta es la maldita condición humana.
Ahora está de moda pedir perdón por los errores históricos cometidos. Yo creo que no es suficiente. La petición de perdón equivale casi a una exigencia de perdón, por muy humildemente que se haga. Yo creo que el que ha ofendido tiene que limitarse a arrepentirse, y el que ha sido ofendido, perdonar si quiere, sin ser presionado a hacerlo. Porque arrepentimiento y perdón son las dos caras de una misma moneda, y como tales nunca pueden verse una a la otra.
Esto es así en todos los casos. Y en el particular de la historia de América, lo que tenemos que hacer los que queremos seguir considerándonos españoles, no es pedirle perdón a los amerindios, sino mostrarle con hechos nuestro arrepentimiento. Aunque no quieran perdonarnos, si es que no quieren.
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