La situación de las sociedades de Occidente en lo que respecta a la idea de Dios podría describirse así: en un extremo están los que, con Nietzche y Dawkins, creen que Dios murió hace tiempo. En el otro están aquellos para los que Dios no ha dejado nunca de estar presente. En el centro hay una masa humana que incluye desde los creyentes en Dios pero no practicantes hasta los ateos de hecho aunque no militantes, pasando por un centro lleno de agnósticos que se sienten más o menos indiferentes ante lo religioso.
Dostoyevski fue el primero en alertarnos de las consecuencias que la muerte de Dios podría tener, cuando dejó escrito en los Hermanos Karamazov, casi a finales del siglo XIX: “Si Dios no existe, todo está permitido”.
Heidegger |
Como consecuencia de la terrible experiencia que vivió Occidente con el nazismo y los campos de exterminio, algunos filósofos, desde posiciones estrictamente imparciales, han querido advertirnos de que Dios quizá siga siendo necesario. El más insigne por sus méritos y claro por sus planteamientos fue Heidegger, quien en una famosa entrevista que le hizo el semanario Der Spiegel en 1966, se expresó con inusitada claridad. Diez años antes de su muerte, el filósofo estaba a punto de retirarse como profesor en la Universidad de Friburgo y tenía 77 años. La entrevista comienza dialogando con el periodista acerca de las connivencias que Heidegger pudo tener con el nazismo cuando fue rector de la Universidad de Friburgo, entre 1933 y 1934. Luego hablan de la Técnica. Heidegger está muy preocupado con la predominancia de la Técnica en las sociedades occidentales. El periodista, provocándolo, le dice con respecto al bienestar técnico de que disfrutamos:
Der Spiegel: “Todo funciona. Cada vez se construyen más centrales eléctricas. Cada vez se producirá con mayor destreza. En la parte del mundo altamente tecnificada, los humanos están bien atendidos. Vivimos en un estado de bienestar. ¿Qué falta en realidad?”
Y Heidegger le contesta con unas palabras que merecen ser citadas en su integridad:
Heidegger: “Todo funciona. Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la Tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si Vd. estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos tomadas de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras relaciones técnicas. Donde el hombre vive ya no es la Tierra. Hace poco tuve en Provenza una larga conversación con René Char, el poeta y resistente, como Vd. sabe. En Provenza se han instalado ahora bases de cohetes y la región ha sido devastada de forma inimaginable. El poeta, que no es precisamente sospechoso de sentimentalismo y de glorificar el idilio, me decía que el desarraigo del hombre, que está sucediendo, es el final, a no ser que alguna vez el pensar y el poetizar logren alcanzar el poder sin violencia”.
Hacen luego unas disgresiones sobre este desarraigo (esta alienación) que la Técnica está produciendo en los humanos. Luego el periodista le pregunta si los humanos, quizá con la ayuda de la filosofía, pueden todavía salvarse ellos y salvar al Mundo. Y Heidegger contesta:
Heidegger: “Con esta pregunta volvemos al comienzo de nuestra conversación. Si se me permite contestar de manera breve y tal vez un poco tosca, pero tras una larga reflexión: la filosofía no podrá operar ningún cambio inmediato en el actual estado de cosas del mundo. Esto vale no sólo para la filosofía, sino especialmente para todos los esfuerzos y afanes meramente humanos. Sólo un dios puede aún salvarnos. La única posibilidad de salvación la veo en que preparemos, con el pensamiento y la poesía, una disposición para la aparición del dios o para su ausencia en el ocaso; dicho toscamente, que no «estiremos la pata», sino que, si desaparecemos, que desaparezcamos ante el rostro del dios ausente”.
El comienzo de la frase en clarísimo, el final un poco oscuro. Yo interpreto que lo que el gran filósofo quiere decir es que necesitamos un dios que nos acompañe en la vida o del que al menos tengamos la seguridad de que nos está esperando al otro lado de la muerte (el ocaso).
Sloterdijk |
Más recientemente, el 27 de mayo de este año, el periódico francés Le Monde pone a dialogar sobre la crisis actual del Occidente a dos filósofos en boga, el alemán Peter Sloterdijk y el esloveno Slavoj Zizek. Ambos están de acuerdo en que en lo hondo de la crisis que estamos viviendo hay una visión pesimista del futuro. Este se nos acaba, el mundo está abocado a una crisis ecológica sin precedentes y además los occidentales vivimos muy por encima de nuestras posibilidades, lo que nos precipita en una crisis económica y financiera que podrá durar muchos años. Para empeorar nuestra situación, la Humanidad, por efecto de las comunicaciones, es ya solo una, nos conocemos y reconocemos perfectamente unos a otros desde un extremo al otro de la Tierra. Las enormes desigualdades entre continentes serán cada vez menos soportables por sus víctimas, lo que generará desorden y conflicto.
En mi opinión, esta visión que los dos filósofos plantean es demasiado apocalíptica, aunque básicamente certera. Tiene la frivolidad del académico que juega a catastrofista desde su torre de marfil. Sin embargo me pareció interesante el planteamiento que se hacen los dos y que resumo a continuación:
Zizek |
Se acabó el tiempo del crecimiento sin límites, los recursos se van a hacer pronto escasos y habrá que compartirlos entre todos. El capitalismo no podrá gestionar esa necesaria igualación en la pobreza. La única solución es el comunismo, pero no podrá ser un comunismo de raíz marxista, sino uno en el que el individuo humano sea protagonista. Y este comunismo necesario se parece mucho al que practicó el Cristianismo en sus tiempos primitivos.
Los dos filósofos son ateos. Por eso propugnan la necesidad de un cristianismo ateo, un cristianismo sin Dios, o con un dios inventado. Donde todos los humanos sean iguales y participen por igual en la alegría de un mundo que ya no será pobre porque no habrá ricos. Interesante. Discrepo parcialmente de sus planteamientos, porque ese dios de los ateos que propugnan solo puede ser una criatura creada y promovida por la Tecnología, es decir, lo que terminan proponiendo estos filósofos es una solución tecnológica más, apoyada en un marketing de masas. Pero estoy de acuerdo en cuanto a que el mundo del futuro, ese que,en la segunda mitad del siglo XXI, se habrá escapado del desastre por un pelo , solo podrá ser un mundo igualitario, no capitalista, sino comunista, pero con un comunismo que no estará dirigido por el proletariado y el partido, sino interiorizado por la mayoría de los individuos. Algo que quizá se parezca más a un anarquismo noviolento y no utópico.
¿Cómo y por dónde se podrá llegar a eso? Ni idea. En situaciones como ésta solo puede verse un final, entre otros posibles. Este final entrevisto podría ser un comunismo monoteísta, en el que sea Dios el que nos iguale a todos, pero desde el corazón. Quizá incluso un comunismo cristiano, probablemente aligerado de unas estructuras eclesiales pesadas y anticuadas, aunque conservando sus esencias más profundas.
Quién sabe lo que puede pasar. Pero lo que me parece interesante es que, después de la muerte de Dios hace más de dos siglos, vuelve a ponerse de manifiesto, aunque todavía de una forma larvada, la necesidad que los humanos tenemos de Él.
Aunque también cabe que todas estas aguas revueltas solo sean el resultado de una crisis pasajera. Pero uno se queda pensativo, con ganas de pararse por unos momentos en el borde del camino para poner en marcha la imaginación y la reflexión, juntas las dos, si ello es por fin posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario