Se entiende mejor la marcha de nuestro mundo cuando se lo examina desde sus bordes que metido en su centro. Paraguay, un pais pequeño para las dimensiones americanas y sin salidas al mar, podría considerarse uno de estos extremos del mundo. Ha ido viviendo su historia sin que a nadie le importara demasiado, excepto en la terrible Guerra Grande, cuando en 1865 una Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay), movida desde las sombras por Inglaterra y sus intereses imperiales, arrasó demográficamente al Paraguay a lo largo de una terrible guerra que los paraguayos lucharon con fiereza. Del millón y medio de paraguayos que vivían antes de esta guerra, la sobrevivieron 220.000, de los que solo 30.000 eran hombres. Difícil será encontrar en la historia de América un desastre de esta magnitud. La guerra duró cinco años, hasta 1870. Inglaterra dominaba el mundo y controlaba sus destinos. En la Guerra de Secesión norteamericana, había tomado partido a favor de la Confederación Sureña, para asegurarse el algodón que necesitaba en sus telares; pero ganada esta guerra por los yanquis en 1865, Inglaterra se quedó sin suministros. Necesitaba alternativas, las buscó por todo el mundo, también en Sudamérica. Encontró que las fértiles tierras paraguayas eran adecuadas para convertirlas en un imperio algodonero. Pero Paraguay, como país encerrado en un extremo del mundo, estaba fuera de la influencia del imperialismo económico inglés, que dominaba en Argentina y Brasil. Y se resistía a entrar en su área de influencia, porque con su sistema autárquico le iba bien. De modo que la única manera de conseguir un acceso a los campos paraguayos era la violencia, y fue por eso que Inglaterra financió y apoyó esta terrible guerra.
La historia, como la vida, es una sucesión de ciclos, interrumpida a veces por una gran revolución. Lo que pasó en el Paraguay de mitad del siglo XIX empieza de alguna manera a repetirse hoy, aunque afortunadamente sin la violencia de una guerra. Vivimos en un mundo que sigue siendo imperialista, donde a un pais pequeño le es difícil trazarse un rumbo que no tenga en cuenta los intereses imperiales. El territorio paraguayo vuelve a ser ahora atractivo para estos intereses, que intentan invadirlo y conquistarlo. Más adelante explicaré por qué y cómo.
Yo nunca sospeché que fuera a interesarme por el Paraguay. Soy español y vivo en Chiloé, una tierra maravillosa y también un extremo del mundo, desde el que es posible observar cómo va navegando éste. No me queda espacio ni tiempo para más afectos. Pero fue durante un vuelo entre Chile y España cuando, al asomarme a la ventanilla justo encima del Paraguay, empecé a descubrir cosas que me parecieron importantes. No he sido capaz de dejarlas a un lado.
Así sucedió:
Siempre que viajo en avión intento hacerlo en una ventanilla alejada de las alas. Me gusta ver la tierra firme a través de ella, descubrir sus secretos, rastrearlos luego en Google Earth para confirmar mis primeras impresiones. El vuelo que hice el pasado sábado 24 de septiembre entre Santiago y Madrid se inició a las 13:30 horas chilenas, con el cruce espectacular sobre las purísimas nieves cordilleranas. Luego sobrevolamos las faldas orientales de los Andes, un paisaje seco y quebrado, donde algunos ríos que nunca llegarán al mar mueren en cuencas cerradas a las que llaman "salados", blancos del sodio y el magnesio que la lluvia arrastra hasta ellos desde las montañas. Después alcanzamos los llanos inacabables del Chaco, en los confines de Bolivia, Paraguay y Brasil. La tarde avanzaba y yo empezaba a sentir somnolencia, pero algo que nunca había visto me puso en alerta. El suelo, allá abajo, estaba cubierto hasta el horizonte por gigantescas figuras geométricas, rectángulos y rectas, también algunos círculos, trazados todos con la perfección ideal con que los habría imaginado un Euclides.
¿Qué era aquello? Mi primera impresión me hizo acordarme de las enormes figuras geométricas dibujadas en los suelos peruanos por la cultura Nazca, tan grandes que solo podían abarcarse, por lo tanto comprenderse, desde la altura que alcanza un avión. Entonces tuve una visión en la que luego no he dejado de pensar: aquellas formas geométricas se me presentaron como producidas por alienígenas, que podrían habían iniciado una invasión de la Tierra y quizá advertían con estos signos a las astronaves que los siguieran como refuerzos. Me fascinó la idea, aún comprendiendo que tenía que ser falsa.
Nada más llegar a Sevilla empecé a investigar este enigma con la ayuda de las herramientas de Google. Primero seguí una pista, la de que se trataba de grandes campos de soja transgénica en la provincia uruguaya de San Pedro, que pronto se reveló falsa. Al verificar que la posición de las extrañas figuras que yo había visto tenía que estar muchos kilómetros hacia el oeste de dicha provincia, pude situarlas en el Chaco paruguayo, buscarlas por allí y encontrarlas pronto en la foto satelital del Google Earth. Descubrí enseguida que se trataba de gigantescas explotaciones ganaderas, de un tamaño y una tecnología insospechados por mí hasta entonces.
Presento en esta entrada los hallazgos que he hecho sobre el tema, que me parecen interesantes. Los resumo en que la mitad NW del Paraguay está siendo transformada radicalmente por la macroganadería, y la mitad SE por la soja transgénica. En lo único que acerté cuando divisé desde el avión las extrañas estructuras geométricas fue en la asunción más imaginativa, asignarles un origen alienígena. Porque alienígenas son las máquinas que están invadiendo Paraguay, en el sentido de que van a cambiar radicalmente las vidas y los destinos de los paraguayos sin que tengan nada que ver con ellos. Probablemente tan alienígenas como aquellos españoles que con sus armaduras, arcabuces y caballos, invadieron en el siglo XVI la América de los pueblos originarios, cambiando dramáticamente sus destinos.
Como entonces, estas acciones alienígenas representan hoy para los paraguayos más riesgos que oportunidades, y mi entrada va dedicada a ayudarlos en lo posible a superarlos.
(1).- Las misteriosas estructuras puestas sobre el mapa.
Los cinco fotogramas de Google Earth que siguen revelan la posición y naturaleza de las estructuras geométricas en cuestión. Cliquearlos con el botón izquierdo del ratón para verlos con mayor aumento.
Figura 1. La línea que en principio estimé como la del vuelo entre Santiago y Fortaleza, en la costa brasileña, es la roja que, con una longitud de 4.500 Kms, cruza el mapa de Sudamérica desde el SW al NE. Para ello me basé en los planes de vuelo del piloto y en lo que se veía en las pantallas geolocalizadoras que estos aviones llevan en la cabina de pasajeros.
Me equivoqué en unos 100 km hacia el Este, como pude comprobar cuando ya había identificado en Google Earth las extrañas estructuras geométricas. El polígono amarillo marca las fronteras del Paraguay.
Figura 2. Además de la línea roja y el polígono amarillo de la Fig.1, se dibuja dentro de este último un polígono rojo que encierra una de las estructuras geométricas observadas más característica.
La línea estimada de vuelo (roja) divide el Paraguay en dos partes aproximadamente iguales. La situada al NW corresponde aproximadamente al Chaco, y la situada al SE a bosques y llanuras agrícolas muy fértiles surcadas por algunos grandes ríos.
Figura 3.
El polígono rojo del fotograma anterior se amplía aquí a la resolución que tendría cuando visto desde una altura de 60Km. La superficie total del polígono es de unas 5800 Km2, equivalente al 1,4% de la superficie total de Paraguay, lo que da idea de sus enormes dimensiones.
Está lleno de las estructuras geométricas, que aquí empiezan a verse como grandes potreros de explotaciones macroganaderas.
Figura 4.- Fotograma de una porción central de la Figura 3, con la resolución que tendría cuando visto desde una altura de 16 km.
Los grandes potreros rectangulares se han construido aprovechando todo el espacio útil. Puede verse cómo se ha dejado un angosto corredor entre un grupo superior y otro inferior de potreros, para dejar paso a un río con muchos meandros.
Todo el suelo de los potreros estuvo cubierto en su día, como el resto del Chaco, por bosques y matorral espeso que han sido quemados y sus restos eliminados con grandes bulldozers.
Figura 5.- Ampliación de la parte superior de la Figura 4, correspondiente a una altura de vuelo de 8 km, próxima a la altura real de vuelo de mi avión. Aquí se ven cuatro grandes potreros, tres de ellos prácticamente iguales, de 1400 Has cada uno, integrado a su vez por seis potreros más pequeños, con una zona de arbolado y un abrevadero en sus centros. El único rastro del antiguo paisaje son los cursos de algunos riachuelos.
Esta aventura que está teniendo lugar en el Chaco paraguayo pretende sustituir el paisaje y los ecosistemas naturales por una macroganadería extensiva. Las leyes paraguayas obligan a que los macroganaderos respeten en su estado de bosque y matorral originales el 25% del suelo ocupado, pero aún suponiendo que este mandato se cumpla, el resultado será el que aparece en la Figura 3: una transformación brutal e irreversible del paisaje, cuyas consecuencias son impredecibles.
Me va a ser difícil olvidar estas imágenes. Cada uno de esos rectángulos blancuzcos de ecosistemas destrozados y pastos secos me parece la huella que ha dejado en el suelo del Chaco un zapatón de la tropa de alienígenas que lo ha invadido.
2).- Paraguay y su proceso de modernización.
Las peores mentiras son las verdades a medias. Vivimos hoy en un mundo de cifras trucadas en cuanto a que no representan toda la realidad que las subyace. La mayoría de estos indicadores, siendo ciertos en su detalle, son una tremenda estafa en sus consecuencias. Si uno lee sobre el Paraguay actual, se encuentra con uno de los países latinoamericanos que está progresando más rápidamente. Su crecimiento económico, sostenido a lo largo de 30 años, ha sido el más alto de América Latina, con una tasa anual media para este largo período del 7,2%. Cualquier otra cifra que se mire es abrumadoramente brillante. En el año 2010, el PIB uruguayo creció el 15%. Más de la mitad de este crecimiento procede del desarrollo agrícola y ganadero. La soja constituye hoy el 42% de las exportaciones del Paraguay, que se ha convertido en el 4º productor mundial de este grano, pese a ser un país de tamaño relativamente pequeño. En cuanto a la carne bovina, Paraguay es el 9º exportador mundial.
¿Qué está pasando realmente en el Paraguay? Quizá pueda resumirse afirmando que lo social y lo económico marchan por caminos distintos. Siendo un país con algo más de 400.000 km2 y unos 6 millones de habitantes, disponiendo de suelos muy fértiles y un clima favorable, allí no debería existir la pobreza, que sin embargo afecta a un 40% de la población y no muestra tendencia a disminuir. Durante siglos esta pobreza fue consecuencia del subdesarrollo heredado del largo período colonial bajo dominio español. Pero la pobreza de ahora es diferente, casi podría decirse que se está produciendo una nueva Conquista del país, esta vez a manos de ese capitalismo globalizado y ambicioso que pugna hoy por el dominio del mundo. El 40% de los paraguayos son campesinos tradicionales y se están viendo forzados a abandonar sus tierras en manos del Agribusiness, un conglomerado de grandes empresas multinacionales con grandes propietarios locales, que tiene ya muy avanzado el proceso de convertir la agricultura del país a un modo de producción hipercapitalista.
La tierra paraguaya está dividida por la Naturaleza en dos mitades bien distintas, cada una con un potencial agrícola diferente. El Noroeste, llamado Paraguay Occidental, muy poco poblado, constituido por el Chaco, es una región llana con pocas precipitaciones y suelos fértiles, apta para el desarrollo de la ganadería extensiva y para los cultivos de sorgo destinados a la producción de biocombustibles (etanol). El Sureste, o Paraguay Oriental, donde vive más del 90% de la población, es una región de excelente climatología y suelos muy fértiles, donde se está produciendo una concentración de la propiedad agrícola en grandes fundos dedicados al cultivo de la soja transgénica.
La acción del capitalismo avanzado en el Paraguay Occidental consiste, por el momento, en hacerse con unas tierras que en buena parte siguen siendo propiedad de los escasos amerindios que habitan esta región, los Ayoreos, para desarrollar en ellas la ganadería extensiva, destruyendo irreversiblemente los bosques y el matorral chaqueño para construir gigantescos potreros en los que paste con alta eficiencia económica el ganado vacuno. Más adelante, cuando los precios de mercado de los biocombustibles sean más favorables, es posible que desarrollen también el cultivo de sorgo para usarlo en la producción de bioetanol.
Y su acción en el Paraguay Oriental consiste en el cultivo a gran escala de la Soja transgénica, usando técnicas muy eficientes que hagan innecesario el trabajo de los campesinos tradicionales, que constituyen el 40% de la población paraguaya. Los componentes de este proceso son:
1).- Insumos sofisticados (semillas transgénicas portadoras de nuevas capacidades biológicas, plaguicidas y herbicidas potentes, intensa fertilización química), controlados por grandes empresas globalizadas, de las que Monsanto es en Paraguay un actor principal, productor de las semillas transgénicas.
2).- Mecanización y automación muy acusadas, que reducen drásticamente las necesidades de mano de obra y fuerzan a los pequeños campesinos tradicionales a emigrar a las ciudades, o mejor dicho, a sus periferias lumpenproletarizadas.
3).- Elevada productividad agrícola, que resulta en producciones excedentarias que tienen que ser exportadas. En realidad, todo el diseño estratégico es el de producir para exportar, habiendo quedado el Paraguay reducido a suministrar un factor de la producción, tierra fértil, a cambio de unos impuestos que alimentan a un estado dependiente y débil y que para el Agribusiness resulta en costes muy bajos, por eso están allí.
4).- Las empresas que controlan la exportación son, de nuevo, grandes multinacionales que gestionan los mercados globales de materias primas agrícolas, y venden la soja o la carne paraguayas en la Unión Europea, China o allí donde el precio sea más favorable.
Resulta así que una nación soberana como el Paraguay corre el riesgo de verse expropiada de su recurso más importante, la tierra muy fértil del Paraguay Oriental y las grandes extensiones suficientemente fértiles y hasta ahora sin explotar del Paraguay Occidental. Esta expropiación, de consumarse, arrinconará a los paraguayos en ciudades que no serán sino aglomeraciones urbanas sometidas a las reglas y órdenes del nuevo imperialismo consumista. Generando así una sociedad débil, inerme ante las presiones de los poderes globalizados, que caminará de crisis en crisis según sean los designios de estos.
Las consecuencias serán todavía peores para los más pobres, que en el Paraguay son casi la mitad del país. Ese 40% de la población paraguaya que todavía es campesina, está abandonando el campo, empujada por los plantadores de soja transgénica. Esto no solo les supone un penoso desarraigo cultural, sino que no les deja otro futuro que la lumpenproletarización en los villalatas anexos a las ciudades, o la emigración con la etiqueta de mano de obra no cualificada.
3).- Los riesgos derivados de la provocación que la Tecnociencia hace a “ lo que saca de lo oculto”.
Lo que está aconteciendo en el Paraguay muestra, en toda su gravedad, la provocación que la Tecnociencia hace a esa Naturaleza a la que ayuda “a salir de lo oculto”, a la que aludía el filósofo Heidegger como el más grave peligro asociado a las innovaciones tecnológicas. Hay dos provocaciones distintas a considerar:
A).- En el Paraguay Oriental, la fértil región comprendida entre los ríos Paraguay y Paraná donde se concentra casi el total de la población y la mitad de la superficie cultivable del país, se está llevando a cabo un experimento a gran escala del que desconocemos muchos riesgos. Se trata del cultivo de la soja transgénica. Sus semillas son quimeras genéticas que incorporan al DNA de la soja otros DNA exógenos, portadores de importantes ventajas selectivas. Estas quimeras no han existido nunca antes en la naturaleza, con lo que es imposible prever las consecuencias ecológicas de su introducción masiva en el ecosistema. En el caso de la soja, la nueva propiedad introducida es la resistencia de las plantas de soja a un herbicida artificial muy potente, el Glifosato. El cultivo de soja transgénica resistente al Glifosato permite introducir como una práctica esencial el tratamiento de los campos de soja con grandes cantidades de este herbicida, que eliminará todas las mlalas hierbas sin afectar a las plantas de soja, aumentando mucho la productividad de ésta. Al Glifosato se le añaden otros plaguicidas capaces de eliminar insectos y otros animales u hongos deletéreos para el cultivo. De este modo los cultivos de soja quedan convertidos en campos de una batalla química en la que los humanos favorecen a las plantas de soja frente a todos sus competidores naturales.
Los científicos han comprobado que la molécula de Glifosato se descompone con relativa rapidez en el terreno, pero desconocemos qué efectos biológicos pueden tener productos de esta descomposición que, ya sin capacidad herbicida, sean más estables pero tengan todavia alguna actividad biológica desconocida.
Por otra parte, en muchos campos del Paraguay Oriental son todavía vecinos los plantadores de soja y los pequeños campesionos que practican los cultivos polivalentes tradicionales. Estos pequeños campesinos ven sometidos sus cultivos, sus animales, sus hijos y hasta ellos mismos, a la contaminación por el Glifosato y los plaguicidas usados en grandes cantidades por los sojeros. Las aguas se contaminan también de estos productos, los ecosistemas vegetales naturales se empobrecen por la acción incontrolada del Glifosato y otros biotóxicos. Hay insistentes quejas de que los niños padecen alergias y malformaciones que antes no existían. Por esta y otras razones muchos pequeños campesinos están abandonando el Paraguay Oriental. En definitiva, con la implantación masiva de campos de soja transgénica se está provocando a la naturaleza para que manifieste otros efectos del Glifosato distintos a los que nuestros tecnocientíficos habían previsto. ¿A quién responsabilizaremos de unas posibles consecuencias desfavorables?
B).- En el Chaco paraguayo se está procediendo a una deforestación masiva, sustituyendo el bosque y el matorral chaqueños por potreros en los que se dejan crecer pastos herbáceos para alimentar cientos de miles de cabezas de ganado vacuno. La ley paraguaya obliga a no deforestar más del 75% del terreno transformado a la ganadería, pero este es un porcentaje elevadísimo, que además está siendo sobrepasado. Este proceso está teniendo lugar a un ritmo brutal, en horas, días, escasos años, sin tiempo para observar los posibles efectos deletéreos sobre el ecosistema. Algunas consecuencias nefastas pueden darse ya por ciertas. Así, la importante masa de bosques chaqueños venía cumpliendo un papel significativo, a escala planetaria, en la reducción del CO2 atmosférico y sus efectos invernadero, pero la capacidad regeneradora de la hierba de los pastizales es mucho menor que la de los bosques; además, el ganado vacuno que está desplazando al bosque chaqueño produce mucho metano, uno de los gases atmosféricos con efecto invernadero más acusado.
Otra consecuencia de la deforestación del Chaco paraguayo es de naturaleza antropológica, el etnocidio al que están siendo sometidos los Ayoreos, amerindios que habían venido siendo los habitantes humanos de estos bosques inmensos, tanto en el Paraguay como en el Chaco boliviano. Esta es ya una más de las tragedias a las que siguen estando sometidos los pueblos originarios de América.
Aunque el tema que es objeto de esta entrada ofrece muchas más enseñanzas, no tengo yo la autoridad ni el tiempo ni el espacio necesarios para desarrollarlo aquí in extenso. Me limitaré a señalar brevemente algunos otros aspectos destacables.
4.1).- El acelerado proceso de urbanización a que se ve sometido el mundo entero, está convirtiendo las ciudades en prisiones donde los humanos viven como rehenes de un capitalismo financiero que, apoyándose en la Tecnociencia, está cada vez más al servicio de sus propios intereses comerciales.
El Paraguay actual es un buen ejemplo de las consecuencias de un proceso deshumanizado de urbanización que, iniciado en Europa con la Revolución Industrial a finales del S. XVIII, terminará alcanzando los lugares más remotos de la Tierra.
Paraguay es todavía un país con un 40% de población rural, el nivel más alto en toda América con la excepción de los pequeños paises centroamericanos y del Caribe.
Desde los tiempos de Dickens, que describió magistralmente las condiciones miserables de vida de las poblaciones rurales recien emigradas a las ciudades industriales inglesas en el siglo XIX, sabemos que este proceso de abandonar el campo para integrarse en la ciudad es doloroso e irreversible. España vivió una de estas oleadas de urbanización en los 1970s, y yo pude ser testigo de la tragedia que para muchos campesinos maduros fue esta pérdida de sus raices, y del crecimiento en el desarraigo urbano que supuso para muchos jóvenes. Todo ello, ¿para qué? ¿Acaso son más felices los ciudadanos de hoy que sus abuelos y bisabuelos que todavía vivían en el campo? El chiste de Andy Singer que sigue pone de manifiesto el sarcasmo tristemente circular del modo de vida urbano.
El proceso de abandono del campo para refugiarse en las ciudades, huyendo del hambre, la enfermedad y la guerra, está teniendo lugar hoy, de forma muy vigorosa, en todo el mundo pobre. Pero abandonar el campo es rendirse a la tecnología, lo que supone un grave riesgo.
¿Dónde está el riesgo? Cuando el nivel de urbanización en un país secundario de tamaño medio, como puede ser el Paraguay, alcanza una masa crítica, sus habitantes tienen prácticamente perdida la batalla por la independencia. Una ciudad, tanto más cuanto más grande sea, es rehén del sistema tecnoeconómico dominante, dificilmente puede permitirse la más mínima libertad transformadora.
El Paraguay está siendo desposeído de sus medios naturales de vida, de su campo fértil y seguro, del que se están apropiando intereses foráneos, que consideran ese campo como un recurso más, al que abandonarán cuando esté completamente agotado. Para entonces los paraguayos estarán concentrados en ciudades o habrán tenido que abandonar su país. Estas ciudades no serán sino centros de consumo y reservas de mano de obra barata, sin ninguna capacidad de decidir sobre su futuro.
Este proceso está teniendo lugar con mucha fuerza en todo el mundo. El capitalismo financiero con su brazo tecnológico asegurará la supervivencia de todos nosotros siempre que no sea necesaria una guerra, que solo podrá concebirse como una poda de todo el material humano que sobre. Pero la superviviencia, de serlo, lo será encerrados en grandes ciudades, sometidos allí a las crisis que desde el fondo irracional de ese capitalismo tecnocrático en el poder se vayan produciendo. Prisioneros con juguetes rotos, ese es el destino que nos espera.
¿Estará el Paraguay a tiempo de mantener su independencia, es decir, su libertad? Quizá. Un caso parecido es el de Chiloé, del que me gustaría hablar en otro momento.
4.2).- La debilidad de las democracias.
Que lo es de los ciudadanos y sus políticos.
Los ciudadanos, casi todos encerrados en megalópolis, no están bien informados, por el contrario, están más alienados que nunca, enterrados bajo montones de información irrelevante, a modo de gigantesco ruido de fondo (como el que nunca dejamos de oir en las grandes ciudades, que se hace más patente en el silencio de la noche). Sencillamente, los ciudadanos no disponen de criterios para votar por un futuro mejor.
Sus políticos son demasiado débiles. Están arrinconados por el poder de un dinero que ha escapado a su control.
Enfrente tienen a unos capitalistas y unos tecnócratas resueltos. Los primeros cortoplacistas. Los segundos, ocupados solo en el control de detalles técnicos de sistemas que son demasiado complejos y contraintuitivos.
Se está imponiendo la combinación de tecnocracia comunista con cortoplacismo especulativo capitalista. El dinero y las soluciones tecnológicas, siempre incompletos, están al mando del navío espacial Tierra.
4.3).- La falacia de la lucha contra el hambre.
Se dice, y es cierto, que si se quiere enfrentar con éxito el problema de la superpoblación mundial, que alcanzará su climax a mitad del siglo XXI, hay que intensificar muchísimo la producción de alimentos. Y que para esto hay que ir a una agricultura hipertecnificada, convirtiendo todos los terrenos fértiles del mundo en una inmensa factoria.
Esto justificaría iniciativas como las que se están tomando en Paraguay respecto a la soja transgénica y la conversión del Chaco en pastizales.
Pero hay una gran falacia de por medio.
Toda la revolución agraria que se pretende imponer al Paraguay no tiene otro fin, directo o indirecto, que producir carne y biofuel para los ricos (y los que van llegando a serlo). No va destinada a resolver el problema del hambre, sino a hacer buenos negocios.
Para resolver el problema del hambre en el mundo, a lo mejor bastaría con que nos hiciéramos todos vegetarianos.
Lamentablemente, aquí tengo que terminar. Esta entrada no puede ser ya más larga, esa es la muerte de un blog tan efímero y espumoso como el mío. Se me han quedado en el tintero electrónico algunos temas en los que me habría gustado profundizar. Me limitaré a mencionarlos, quizá pueda tratarlos, con inspiración y tiempo, en alguna entrada futura. Ahí van:
a).- Todos los que nos sentimos jóvenes de espíritu, lo seamos o no de edad, tenemos la obligación de preocuparnos por el futuro del mundo. La pregunta más práctica que tendríamos que hacernos es acerca de la posibilidad de una III Guerra Mundial. Es decir, acerca de los caminos que hay que seguir para impedir que eso pueda ocurrir.
b).- ¿En qué medida el Sur de Chile, y más en particular Chiloé, como sociedades campesinas que son, comparten ya las amenazas que penden sobre el Paraguay, o pueden llegar a compartirlas? ¿Qué podemos hacer para neutralizar esas amenazas?
c).- Y ¿en qué medida una sociedad muy urbanizada como la de España, tiene todavía salvación?
d).- ¿Hay alguien humano a los mandos del mundo? ¿O gobierna nuestros rumbos un piloto automático, sin alma ni cerebro?
Una joven Ayoreo |
Aunque critico al capitalismo codicioso y a la tecnocracia irresponsable, que cada día tienen más poder, no siento ningún rencor hacia los humanos a los que les ha tocado el papel de capitalistas o tecnócratas. Tampoco compasión. Siento la esperanza de que se den cuenta de que están equivocados, o por lo menos de que sean capaces de escuchar las voces de los hombres y mujeres del mundo cuando sufren, que es cuando suelen decirse las verdades. Y luego, que actúen en consecuencia.
En el viaje que ha dado origen a esta entrada, poco después de cruzar la cordillera, ya sobre la puna argentina, me acordé de que en Jujuy hay dos misioneros claretianos que son de Sevilla y hasta hermanos de un buen amigo mío. Se trata de Pedro Olmedo, obispo de Humahuaca, y Jesús Olmedo, párroco de La Quiaca, en la frontera boliviana.
Jesús es un torbellino revolucionario, en un sentido totalmente evangélico. Algunos años se ha crucificado simbólicamente en la plaza para protestar por las condiciones de extrema necesidad en que vive el pueblo al que sirve. Merece la pena escuchar lo que dice en el AUDIO 2 JESUS OLMEDO de una entrevista radiofónica, acerca del capitalismo actual. Lo compara con el demonio, nada menos, más aún, afirma que es el mismísimo demonio.bíblico, el de siempre, con un traje adaptado a los tiempos. ¿Y si tuviera razón?