martes, 5 de marzo de 2013

Sufrimiento y compasión

En Irak

¿De qué trata, en qué consiste el sufrimiento? Con la palabra sufrimiento sucede algo parecido a lo que San Agustín decía de la palabra tiempo: todos sabemos lo que significa pero nos es muy difícil explicar este significado.
Intentándolo,  recurriré para ello primero a la gramática, luego a la etimología.

Tiene esta palabra el mismo sufijo, -imiento, que tienen otras muchas que nombran conceptos que se desarrollan en el tiempo: cumplimiento, el proceso temporal de cumplir con algo; padecimiento, el de padecer durante un tiempo; acontecimiento, un suceso que está teniendo lugar; sentimiento, un sentir que se tiene o se tuvo de forma continuada; etcétera. Desde esta perspectiva, el sufrimiento sería un sufrir a lo largo del tiempo, un sufrir del que sabemos que se va a prolongar hacia el futuro.

Busquemos ahora la etimología de sufrir. Viene del latín sufferre, compuesto a su vez del prefijo su- que significa debajo y del verbo –ferre, que significa llevar. El significado de sufrir sería soportar, estar debajo de lo que se porta, equivalente a sobrellevar, llevar o cargar algo encima. Es decir, cargar con un peso, con algo penoso o doloroso.

De acuerdo con este análisis, sufrimiento es soportar o sobrellevar en el presente y hacia el futuro un peso o una pena (una resistencia o un dolor, una ausencia o una pérdida) ajenos a lo esencial de uno mismo. El sufrimiento es una consecuencia inevitable de que uno no está solo en el mundo, que tiene fronteras en las que se producen a veces conflictos que lo hacen sufrir. Algunas de estas fronteras son aparentemente interiores, esas por las que entra la enfermedad.  

Esta es la perspectiva budista, para la que el sufrimiento  no es sino un componente fundamental de la condición humana. Y hay dos manifestaciones intemporales del sufrimiento, la física (dolor) y la mental (pena). Sufrimiento es dolor y/o pena soportados a lo largo del tiempo.

Una característica fundamental del sufrimiento es que lo soporto yo, que es enteramente mío, que solo existe para el individuo que lo está viviendo, dentro del cual reside. Pero hay en la naturaleza humana algo cuyo sentido es compensar, contrarrestar, neutralizar a ese sufrimiento interno… desde fuera. 

Ese algo es la compasión.

El dualismo sufrimiento/compasión es el elemento central de la concepción budista de la vida. Pero también lo es de la cristiana, en la que el sufrimiento es consustancial con nuestra naturaleza, vivimos en un valle de lágrimas donde, sin embargo, el amor a los demás, un amor concreto, encarnado en el prójimo es, como una variante del amor a Dios, lo único que puede aliviarnos del sufrir. De modo que sufrimiento y amor se hagan un todo compartido por todos. Esta es una visión que escandaliza a muchos, particularmente en un mundo como el nuestro, que pone mucho empeño en acabar tecnocientíficamente con el sufrimiento. Recuerdo haber leido hace años una crítica muy dura a la Madre Teresa de Calcuta y sus monjitas, que las hacía morbosamente culpables de buscar el sufrimiento, de engloriarse en él. Esto fue en los tiempos en que el mundo empezó a ser consciente de la existencia del SIDA como enfermedad. En Nueva York se había dispuesto una especie de lazareto donde se había agrupado a estos enfermos. Todo el mundo estaba aterrorizado ante el alcance desconocido de la nueva enfermedad, nadie quería ningún contacto con los infectados. Y fueron las monjitas de la Madre Teresa de Calcuta las que se hicieron cargo de este lazareto.

La compasión es la acción de compadecer, es decir, de padecer-con el que sufre. Pero ¿cómo se puede padecer con el que sufre? Compartiendo, si no su dolor, sí su pena y su angustia, y dándole al que sufre lo que el que no está sufriendo tiene en grandes cantidades: fuerza contra su debilidad, ternura contra su amargura y luz contra su desesperanza. En definitiva, acompañándolo en su largo y durísimo camino. Esto… ¡qué endiabladamente difícil es!...

Lo que está claro para mi, al menos lo está intelectualmente, ojalá lo estuviera también vitalmente… es que la única solución duradera contra el sufrimiento es la compasión. Que siendo la lucha continua contra el sufrimiento y sus causas la actividad más legítima en que los humanos podemos emplear nuestros esfuerzos, nuevas formas de sufrimiento aparecerán siempre que traerán consigo, afortunadamente, nuevas formas de compasión. Así es la condición humana.

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