La isla de Metalqui, hoy, vista desde el Norte |
Visité hoy de nuevo la isla de Metalqui, con unos amigos y otra
vez en la embarcación Blue Whale Explorer, una empresa conjunta de los operadores
turísticos de la pingüinera de Puñihuil. El día prometía bueno pero no cuajó
como tal: un viento frío del Sur, la omnipresente mar de fondo y una niebla que
disminuyó la visibilidad a poco más de una milla, lo convirtieron en un día
duro, gélido en mitad del océano, en el que no había horizonte suficiente para
avistar ballenas. Aun así, es tanta y tan singular la belleza de aquellos
paisajes que sobradamente mereció la pena la excursión.
Lobos junto al mar en la cara Sur de la isla de Metalqui |
Metalqui seguía tan bello como siempre, llenos de lobos
enamorados y sus familias, un espectáculo visual espléndido pero también
oloroso y sonoro. Allí estaba fondeado, amparándose del viento Sur tras los
farallones impresionantes de la costa Norte de la isla, un pesquero de Castro,
el Carlos Fabian, dedicado a la pesca de la reineta (palometa o japuta en
España) con espinel (palangre en España). Estos barcos hacen turnos de varios
meses en la mar, una vida dura, más en aquellas aguas. Nos acercamos a
saludarlos y nos pidieron tabaco, voló un paquete de cigarrillos hacia ellos y
tardaron décimas de segundo en encenderlos y “echárselos a pecho”. Me acordé de
la gente de la mar española, los pescadores de altura, de los que tan cerca
estuve durante años. Aquellos hombres del Carlos Fabian me parecieron
personajes escapados de un libro de Herman Melville o de una narración de
Francisco Coloane.
Izquierda: El Carlos Fabian, abrigado del viento Sur en la cara Norte de Isla Metalqui.
Derecha: la tripulación del Carlos Fabian agradeciendo el tabaco.
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Arrecifes rocosos junto a la isla de Metalqui |
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