miércoles, 12 de febrero de 2014

Sobre el amor

Me refiero al verdadero amor humano.

Se ha hablado y escrito tanto de él… pero en realidad nadie sabe exactamente de qué se trata.

No es amistad, va mucho más allá. Tampoco es atracción ni pulsión ni deseo, vuela mucho más alto. Ni pasión, ni esperanza, ni compañía, ni apoyo, no viene y va, no se parece al viento ni a la lluvia ni al frio ni al calor ni a la sed. No es una propiedad del corazón ni mucho menos un efecto hormonal.

Es solo una presencia misteriosa. No está él en ti sino tú en él. Tanto te empapa y te desborda que no consigues verlo. Lo reconoces más por su ausencia que por su presencia. Es inmenso pero, contemplado con tus ojos cerrados desde tu sitio en el mundo, tiene en el centro un hueco que eres tú y en ese hueco un misterio. Es invisible pero hace sombra, son esas sombras llenas de matices lo único que percibe tu conciencia de él, lo que unas veces te atormenta y otras te llena de paz.

Te das cuenta de que el amor supera ampliamente las posibilidades de tu condición humana, pero sin embargo eres capaz de experimentarlo. También de rechazarlo o eludirlo. De alguna manera necesita de tí, no llegará a ser algo sin tí, esa es tu grandeza . ¿Cómo es todo esto compatible? Quizá porque te ha sido dado, quizá porque el amor, más que algo tuyo, es un don que te llega desde el misterio con un propósito escondido: que tú lo uses. 


¿Exageras? No, de ninguna manera. Simplemente fuerzas las palabras para intentar que lleguen a expresar lo inexpresable. Para eso, sobre todo, fueron hechas, para ser llevadas al límite. Para que mediante ellas podamos compartir los humanos, hasta las fronteras de lo inalcanzable, toda la riqueza de la vida y el mundo.

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